jueves, 26 de abril de 2012

Conceptos Erróneos sobre Diabetes y su Dieta

Aunque es cierto que el azúcar y otros carbohidratos simples pueden producir un aumento rápido de la glucosa, o azúcar, en sangre, no causan la diabetes.
 
Debido a que la diabetes mellitus comúnmente es referida como la "enfermedad del azúcar", muchas personas erróneamente piensan que es causada por comer demasiada azúcar refinada. La etiología, o causa, de esta enfermedad crónica es aún desconocida, pero se sabe que la herencia, la obesidad y el consumo excesivo de calorías son importantes.
Otro mito común sostiene que una persona diabética debe excluir las "harinas" de su dieta. La cantidad de carbohidratos que un diabético puede consumir al día depende tanto de su requerimiento calórico, como de su plan de tratamiento de la diabetes, como por ejemplo la dieta que le haya sido prescrita, o si debe o no inyectarse insulina.
Las "harinas", o carbohidratos complejos, se encuentran principalmente en los panes, los granos como el arroz, los cereales, las pastas y las verduras harinosas, como la papa y la yuca. Ya que éstos proporcionan energía, vitaminas, minerales y fibra, es importante incluírlos en los tiempos de comida más fuertes. Es preferible comer aquéllos que son de grano entero, o integrales, ya que aportan una mayor cantidad de fibra que enlentece la absorción de glucosa por el cuerpo.
Lo mismo sucede con el azúcar simple. La creencia de que debe ser eliminada de la dieta de un diabético se basa en que el azúcar simple es más rápidamente absorbida que otros tipos de carbohidratos, y que puede agravar la hiperglicemia. Mientas exista un adecuado suministro de insulina para metabolizarla, una persona con diabetes puede ingerir cantidades moderadas de azúcar, siempre y cuando cuide los alimentos consumidos que contengan azúcar.

Ya no se considera necesario preparar platillos por separado, "especiales", para los miembros diabéticos de una familia. Hoy en día, tanto el público como la comunidad médica se ha percatado de la importancia de lo importante que es una dieta balanceada para mantener la salud en general, a la vez que se reconoce que los principios recomendados en una dieta sana para un diabético son muy similares a lo que deberían consumir todos.
El cuidado de la Alimentación
La Diabetes Mellitus es una enfermedad que padecen alrededor de 170 millones de personas en el mundo (según datos de la OMS). Pese a que aún no se ha encontrado cura para ella, si se sabe, que un buen tratamiento, que involucre una alimentación adecuada y bien balanceada, puede ayudar a prevenir las consecuencias que ocasiona.
¿Por dónde comenzar?
Lo primero, es organizar los horarios de comidas, de acuerdo al tratamiento médico indicado. Esto lo trabajan el paciente y su Nutricionista, de acuerdo a los hábitos del paciente, sus gustos y actividades diarias.
Luego, sigue elaborar un plan de alimentación individualizado, diseñado por el profesional en esta área, de acuerdo a las características de la persona como su peso, edad, talla, contextura, enfermedades asociadas y actividad física y se contemplan las cantidades a comer de cada grupo de alimentos y el tipo de alimentos a ingerir.
El plan debe ir siempre acompañado de ejercicio físico diario, para mantener controlada la glicemia y promover un peso y una condición física adecuados.
Se deben realizar varias modificaciones en los hábitos alimentarios, que deben adoptarse de por vida, de manera que se procuren mantener siempre los niveles de glucosa en sangre lo más normal posibles.

Modificaciones importantes en la alimentación
Para mayor facilidad, veamos los grupos de alimentos y algunos de los cambios en cada uno:
1. Cereales, panes, pastas, verduras, arroz y granos:
  • Buscar las opciones integrales: pan integral, avena integral, pastas integrales
  • Consumir las papas y camote con cáscara, bien lavados
  • Evite el exceso de galletas, arroz, pastas, etc., aún siendo integrales
2. Frutas y vegetales:
  • Busque frutas ricas en fibra: manzanas, peras, naranja, mandarina, guayabas, granadillas, piña, limón dulce, etc
  • Incluya frutas como postres después de comer, como meriendas o en batidos
  • Consuma siempre al menos 1 taza de ensalada de vegetales con el almuerzo y otra con la cena.
3. Lácteos (leche, queso y yogurt):
  • Prefiera la leche descremada en lugar de la regular
  • Busque quesos blancos frescos como cuajada, ricota, cottage, etc y aléjese de los quesos amarillos o maduros
  • En el mercado existen varios yogurt sin azúcar que puede incluir como meriendas durante el día
4. Carnes y Huevos:
  • Elija cortes sin pellejos, sin piel, ni "gordos"
  • Evite todo tipo de embutidos (salami, jamonada, mortadela, tocineta, etc.)
  • Prepare las carnes al horno, a la parrilla, en salsa o en guisos y no fritas ni empanizadas
  • Limite el consumo de huevos a 2 o 3 unidades por semana
5. Grasas:
  • Elimine la mantequilla, natilla, queso crema, mantecas, crema dulce, etc
  • Utilice para cocinar aceite de oliva, de girasol, maíz, soya o canola
  • Incluya ácidos grasos omega-3 en su alimentación presentes en pescados fríos (atún, salmón, arenque), fibra de lino y aceite de semillas de linaza
  • Evite todo tipo de comidas rápidas, grandes enemigas de su corazón
6. Los Dulces:
  • Este famoso grupo de alimentos que reúne al azúcar de mesa, los confites, los helados, los chocolates, la leche condensada y cuanto postre se le ocurra, está limitado, pero según investigaciones recientes, no tiene por que eliminarse de por vida.
Tabla de índices glucémicos de los principales alimentos:
Sustituyendo los carbohidratos de bajo índice glucémico, especialmente en las meriendas o comidas aisladas, podemos mejorar la regulación del azúcar en sangre, reducir la secreción de insulina y ayudar a un programa de pérdida de peso. La tabla siguiente puede consultarse para elegir los alimentos de menor índice glucémico.


martes, 24 de abril de 2012

Verduras Cocidas: no Arruines su Potencial, Parte II

Un estudio español ha concluido que llevarlas a ebullición, conlleva una pérdida importante de su contenido de vitaminas y otros antioxidantes.
 
Se sabía que ciertas vitaminas son termolábiles, es decir, se alteran con el calor, pero el efecto de la temperatura depende de la estructura de cada vegetal y del antioxidante concreto del que se trate. Por ejemplo, es conocido que el licopeno (un tipo de antioxidante) del tomate se incrementa cuando se fríe.
En general, el calor afecta de forma negativa a estos productos, pero el resultado final depende del tiempo y de con que más se cocina el alimento, ya que otros compuestos pueden interactuar o tener un efecto sinérgico. En el caso del microondas, se produce una energía elevada pero durante muy poco tiempo, por eso, a pesar de la temperatura, el producto se ve menos perjudicado.
Para los autores, la conclusión principal del trabajo es que el agua “no es la mejor amiga de la cocina” cuando se trata de preparar verduras y hortalizas. Al hervir, alcanza 100º y penetra con mayor facilidad en el interior de los alimentos, arrastrando los nutrientes. De nuevo, el efecto final sobre el vegetal depende de la temperatura y del tiempo de cocción. Y también de si te tomas o no el caldo, ya que los antioxidantes pasan a éste. El problema es que en muchas ocasiones no se consume.
Los productos preparados a la plancha, el microondas y el horno pueden superar los 100º y pasar de los 200º, pero, como señala la experta, «se cocinan en seco y el calor se concentra, sobre todo, en la parte externa de la verdura».

Etiquetado
Las empresas deberían hacer investigación sobre las máquinas y los tiempos que aplican en sus productos procesados. Una aplicación útil sería añadir en los etiquetados consejos sobre el sistema de cocción más idóneo. No es recomendable incluir información detallada de las concentraciones concretas de cada antioxidante, porque despista al ciudadano, pero sería ideal que pudiera buscar cómo aprovechar al máximo las propiedades de cada vegetal optando por un sistema u otro de preparación.

Latas y congelados
La cocina no es el único procedimiento que puede alterar las virtudes antioxidantes del “tesoro verde” de la dieta mediterránea. El equipo de la Universidad de Murcia está pendiente de dar a conocer las conclusiones de dos trabajos más que siguen la pista a otros modos de procesar las verduras y hortalizas. ¿Qué ocurre cuando las metemos en la heladera o nevera durante días? ¿Son las congeladas igualmente funcionales? ¿Y las envasadas en latas y tarros?
Uno de ellos, realizado con 25 vegetales (se añadieron la lechuga, la achicoria, el pepino, el rábano y la endibia)y que se publica en los próximos días en 'Food Research International,' muestra que los refrigerados en la nevera de casa hasta siete días no sufren pérdidas significativas en su actividad, si bien con el paso de las jornadas algunos productos, como el puerro y el brécol, la pueden ver reducida hasta un 40%.
La congelación (hasta ocho meses a menos 20º) sí afecta negativamente a la integridad y al valor nutricional de alimentos como guisantes, acelgas y judías verdes, cuyo potencial se puede malograr hasta el 30%. Los autores recomiendan «mejorar el proceso de congelado industrial» del brécol, los espárragos, el ajo, las espinacas, las judías verdes, las coles y los guisantes.
El deterioro puede llegar al 100% en el caso de los enlatados y envasados en cristal (duran hasta 18 meses a temperatura ambiente). La mayoría de los productos pierden propiedades: espárragos, judías, remolacha, brécol, apio, ajo, puerro, guisantes, espinacas y acelgas.
«Esto se explica porque para enlatar se calientan los productos a altas temperaturas durante horas», justifica Murcia. En este caso, también alertan a los fabricantes sobre la conveniencia de «revisar» sus procesos. Los fenoles, entre los que se encuentran los flavonoides, y la vitamina C son antioxidantes muy susceptibles a sufrir mermas durante este tipo de manipulado industrial.

¿Y en bolsa?
Al consumidor con poco tiempo y menos ganas de lavar y cortar las verduras le queda, no obstante, una salida para optimizar las propiedades saludables de las verduras sin perder comodidad: la de los productos de 'cuarta gama', denominación que se emplea para los vegetales lavados, troceados y envasados en bolsas que se rellenan con un poco de gas (atmósfera modificada).
Son las lechugas, zanahorias, espinacas, apios y puerros 'listos para su uso' que se pueden encontrar en los estantes de supermercados. Pues resulta que, comparados con los frescos, estos alimentos presentan «muy buenos valores de actividad antioxidante», afirma Murcia.
Otros productos procesados, como los vegetales deshidratados que se emplean como condimentos y en sopas y los que se presentan como 'listos para tomar' (purés o líquidos en 'tetrapack'), han pasado también bajo la lupa. El veredicto es que los cubitos y sopas de sobre preservan niveles elevados de antioxidantes, superiores a los de los segundos, que sufren pérdidas durante su elaboración.

El «secreto» multicolor
No es fácil para el consumidor discernir qué vitaminas, minerales y otras sustancias con propiedades antioxidantes están presentes en cada vegetal. En algunos casos, pueden identificarse por su tonalidad. Para no equivocarse, lo mejor es buscar la variedad de color:
Vitaminas: los vegetales son ricos en la E, la C (perejil, cebollas, coles, lechuga y pimientos) y la provitamina A. Ésta última está presente en forma de carotenoides, en las hortalizas de color intenso como las zanahorias; en las de tono rojizo, como los tomates, que contienen licopeno, y en las amarillas y las de hoja verde (espinacas y acelgas), que tienen luteína y son también ricas en ácido fólico.
Flavonoides: Estos compuestos se encuentran en los vegetales verdiazules, morados y violetas (col roja, rabanitos...).
Minerales: Las verduras aportan cobre, manganeso, cinc y hierro al organismo

Verduras Cocidas: no Arruines su Potencial, Parte I

La mejor y más planificada de las dietas puede malograrse por algo tan aparentemente simple como elegir un método erróneo de preparación culinaria. 
 
No basta con escoger los alimentos más beneficiosos para la salud. Resulta que las cualidades de las verduras, que junto con las frutas son los productos estrella de la denominada dieta mediterránea, el paradigma de la nutrición saludable, se pueden “ahogar” en el agua de cocción cuando se hierven en una cazuela o se cuecen en una olla a presión.
Un estudio español ha concluido que llevarlas a ebullición, una de las formas más populares de prepararlas, conlleva una pérdida importante de su contenido de vitaminas y otros antioxidantes, cuyo consumo frecuente se asocia a la prevención de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y de varios tumores.
Cuando la temperatura del agua sube de 100º merma el potencial de estas sustancias en hasta más de un 50% el potencial de estas sustancias. El deterioro es completo en compuestos como los flavonoides, de moda por sus bondades para el organismo humano.
Un total de 20 verduras y hortalizas de uso común han sido sometidas a un barrido culinario para determinar cuál de los seis procedimientos de preparación casera más habituales, el hervido, la olla a presión, la plancha, la fritura en aceite, el horneado o el microondas, es el más adecuado para cada tipo de vegetal.
Las conclusiones de su que hacer “científico culinario” se publico en la revista 'Journal of Food Science' y dejan claro que a la hora de cocinar hortalizas no sólo es importante tener en cuenta su aspecto y sabor finales, sino también qué ocurre con su contenido nutricional. En función del tipo de producto, no todos los métodos de cocción son iguales. «La mayoría de las verduras se consumen cocinadas, así que, desde un punto de vista práctico, nos preocupaba saber si después de someterlas a los procedimientos domésticos habituales quedaba algo de sus antioxidantes o si sólo estábamos consumiendo calorías», explica María Antonia Murcia, profesora titular del área de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Murcia y una de las autoras de la investigación.

¿Que queda?
Las frutas y las verduras figuran entre los productos de la dieta con mayor capacidad para neutralizar los radicales libres, unos subproductos que se forman durante las reacciones normales de nuestro organismo cuya acción se asocia al proceso de envejecimiento y a una serie de enfermedades, como las cardiovasculares, neurodegenerativas e, incluso, a un mayor riesgo de desarrollar ciertos tumores.
Para contrarrestarlos disponemos de los antioxidantes internos, pero también de los que tomamos con los alimentos, entre los que se encuentran vitaminas, minerales y otros compuestos como los flavonoides. Frutas y verduras son unas de las viandas con mayor contenido en estas sustancias.
Su consumo elevado se ha asociado a un menor riesgo de cáncer, un tipo de hallazgos que ha servido de base para que los expertos en nutrición aconsejen consumir cada jornada dos raciones de verduras y hortalizas y tres de fruta.
Eso sí, en el caso de las primeras, al menos una de ellas, en crudo. Porque, como puntualiza Ana Bach, coordinadora científica de la Fundación Dieta Mediterránea, «desde la recolección se produce un deterioro en su contenido de antioxidantes».
Ya se sabía que el calor tenía un efecto deletéreo sobre estos compuestos y que algunas vitaminas se degradaban en el agua de cocción. Pero quedaba por determinar cuál era el método culinario más idóneo en función de cada vegetal, teniendo en cuenta que su contenido en antioxidantes varía de uno a otro y que sus diferencias estructurales podían hacerlos más o menos vulnerables.
Cada una de las muestras de los distintos vegetales se sumergió en agua en ebullición, se coció en una olla a presión, se asó a la plancha, se frió en una sartén con aceite y se calentó en un horno convencional y también en un microondas.
Después se dejaron enfriar y se congelaron a menos 20º. Posteriormente, se sometieron a distintos ensayos con el fin de medir si habían logrado retener su capacidad antioxidante o, dicho de otro modo, si mantenían su actividad funcional.

El mejor método
Los resultados muestran qué vegetales resisten mejor y cuáles son más vulnerables a los efectos de cada uno de los métodos culinarios empleados. La alcachofa o alcaucil fue el único producto que mantuvo una elevada actividad antioxidante en todos los procedimientos de cocinado. La remolacha, las judías verdes y el ajo preservaron igualmente su actividad en la mayoría de los tratamientos.
Sin embargo, se observaron pérdidas importantes en productos como la coliflor, cuando se sometía a ebullición y al microondas, y al hervir las arvejas o guisantes. Algunos antioxidantes concretos vieron mermada su actividad en más del 50%.
Los tratamientos culinarios que se asociaron a mayores pérdidas son la ebullición y cocinar a presión; en cambio, la plancha, el microondas y el horno resultaron menos agresivos, mientras la fritura se situó en una posición intermedia.
Igualmente no conviene generalizar. Unas verduras preservan mejor sus propiedades con un método concreto, pero ese mismo perjudica el contenido nutricional de otras. Un ejemplo: si bien el microondas resultó el sistema menos lesivo para la mayoría de los alimentos, el maíz fue la excepción, ya que perdió el 35% de su potencial de contrarrestar los radicales libres.
Paradójicamente, algunas verduras mostraron una mayor capacidad antioxidante después de cocinarse. Es lo que ocurrió con el apio cuando se sometía a todos los procesos (salvo al de ebullición), con los espárragos cuando se hervían y con las berenjenas al freírlas

¿Qué alimentos son más ricos en proteínas?

Las proteínas son parte esencial de la vida. Constituidas de aminoácidos, son los pilares nutricionales básicos de plantas y animales. Así pues, es imprescindible que logremos obtener los niveles requeridos para el organismo humano. La vía más fácil y saludable de hacerlo es a través de nuestra dieta diaria. He aquí los alimentos más ricos en proteínas de manera natural.

Carnes, aves y pescados
Las carnes, aves y pescados son la vía natural más completa de vitaminas que podamos elegir para alimentarnos. Contienen todos los aminoácidos que necesita el cuerpo para funcionar correctamente. Una dieta que contemple estos productos de manera balanceada no requiere de complementos proteicos.

Productos lácteos

Otra fuente de alto contenido proteico son los productos lácteos: la leche, el yogurt, el queso, la nata y otros derivados de la leche. Por ejemplo, una taza de leche tiene de 8 g de proteína; una de yogurt, 11 g.

Huevos

 Los huevos, otro alimento de origen animal, son una fuente completa de proteínas. Pueden ser consumidos en una variedad de formas que van desde hervidos, escalfados, fritos, hasta aplicados en dulces. Algunas personas incluso lo consumen crudo. Son nutritivos en cualquier variante, la cocción no merma sus propiedades proteicas. 1 huevo duro tiene aproximadamente 6 g de proteína.

Frutos secos

Los frutos secos son considerados, dentro del mundo vegetal, aquellos alimentos con un contenido mayor en dicho nutriente. Las personas vegetarianas deben incluir estos productos en sus dietas regulares para poder obtener las proteínas necesarias. Los más importantes son: almendras, anacardo, maní y pistachos. Si se los combina con legumbres, los frutos secos proveen de todo el material proteico que el organismo requiere.
Por ejemplo, un sándwich de mantequilla de maní preparado a base de pan integral, arroz integral y vegetales con almendras es una manera de combinar estos productos de manera que el cuerpo reciba la dosis necesaria de proteínas.

Legumbres y granos integrales

Las legumbres y granos integrales son otra fuente importante de proteínas en la naturaleza que en combinación con otros alimentos como los frutos secos, cubren los requerimientos proteicos diarios.
Por ejemplo, podemos tomar avena, pan integral y maíz. Tambiñen nos proveen de las proteínas necesarias la combinación de maíz y guisantes verdes.
Cualquiera de estos grupos alimenticios es una fuente alta de proteínas para nuestro organismo sin la cual no podemos mantener una salud adecuada. Inclúyelos de manera variada en el menú semanal y si eres vegetariano recuerda que es vital combinar frutos secos y legumbres

¿Porqué es tan dificil adelgazar?

Hay una serie de factores que contribuyen a nuestro aumento de peso que usted ya conoce. Pero no es sólo encontrar tiempo para el ejercicio o la elección de la ensalada sobre la hamburguesa - es un verdadero compromiso de hacer decisiones saludables todos los días. 
 
Independientemente de lo que está pasando en su vida. Si no estás dispuesto a hacer algunos cambios, la pérdida de peso será difícil.

Una vez alcanzada la decisión de adelgazar, hay ciertos recursos en una dieta:
Se recomienda evitar dietas para adelgazar muy restrictivas con un déficits de más de 1000 kcal/día. Si las dietas no están bien diseñadas (incluyendo alimentos con una alta densidad de nutrientes) es muy difícil que aporten todos los nutrientes necesarios, aumentando el riesgo de deficiencias.
Además, el uso prolongado de una dieta para adelgazar muy restrictiva puede dar lugar a una disminución de la tasa metabólica basal, provocada por mecanismos compensatorios y por la pérdida de masa muscular. Estos son los principales responsables del efecto rebote o efecto yo-yo, incrementando mucho más el peso, una vez dejada la restricción energética.

Recomendaciones para reducir algo de peso sin llevar una dieta estricta
  • Una buena manera de reducir tu ingesta de alimentos, es beber dos vasos de agua antes de empezar cualquier comida, pues al llenar el estómago, reducimos nuestro apetito.
  • Te recuerdo que debes beber al día, por lo menos dos litros de agua, ya que ésta, además de ayudarte a limpiar tu aparato digestivo te dará sensación de saciedad.
  • Prepara el desayuno con la cantidad justa que quieres comer, si te sirves directamente de los envases de galletas, tostadas, etc., seguro que comerás más cantidad.
  • Sustituye la leche entera, quesos grasos y derivados, por leche desnatada y productos derivados de ésta.
  • Puedes usar el microondas, pues al no necesitar aceite para cocinar, te ahorras unas cuantas calorías.
  • Lo ideal sería, comer tanto carnes como pescados a la plancha o al vapor.
  • A la hora de servir la comida, evita sacar la fuente a la mesa, se come menos si sirves los platos con la comida directamente.
  • Prepara la comida justa, así evitarás el comer de más por no dejar sobras, o por no tirarla.
  • Evita todo tipo de salsas, mayonesas o aceites.
  • Limita el consumo de sal, ésta abre el apetito y además te hará retener líquidos.
  • Sustituye el pan del día, por las tostadas integrales siempre que puedas.
  • Come menos carne, puedes sustituirla por carne de aves o pescado, éstos tienen menos grasa.
  • No deberías ingerir más de cuatro huevos a la semana.
  • Lo que sí puedes hacer, es aumentar el consumo de aquellos alimentos ricos en fibra como los cereales y las legumbres, ya que estos regulan el tránsito intestinal.
  • Come verdura a diario, tanto cruda como cocida, pues ésta contiene fibra, vitaminas, y además es muy rica en agua, por lo que no engorda, desintoxica y alimenta.
  • Es mejor que hagas una cena ligera y te des el lujo de hacer una pequeña merienda. Puedes tomar una fruta o un yogur a media tarde.
  • Entre las frutas evita el plátano, los higos y las uvas, ya que todas ellas contienen mucho azúcar.
  • No te vayas a la cama con el estómago lleno, es mejor cenar temprano.
  • Mastica lentamente y trocea toda tu comida (carne, fruta, verdura, etc.) cuanto más pequeña mejor, de esta manera comerás mucho más despacio, y como te dará la impresión de haber comido más, comerás menos.
  • Ten siempre a mano alimentos bajos en calorías, para consumirlos únicamente durante los ataques de ansiedad. Un buen truco es tomar una cucharadita de gelatina disuelta en agua, pues además de que ésta no engorda, dilata es estómago y por consiguiente nos quita el hambre. Además la gelatina colabora en la salud y belleza tanto de tus uñas como de tu cabello.
  • Si estás deprimida, angustiada o nerviosa, evita el impulso de comer algo para pasar el mal rato, y busca una alternativa, como salir a dar una vuelta, conversar con una amiga, o lo que se te ocurra, excepto comer.
  • Procura llevar una vida activa, piensa que la vida sedentaria y el sobrepeso, suelen ir de la mano.
  • El aburrimiento es tu peor enemigo, deberías elaborar una lista de actividades para cuando éste te sorprenda, ya sabes, todo vale menos entrar en la cocina.
  • Limita todo lo posible el consumo de alcohol, engorda.
  • Así mismo reduce al mínimo, todos aquellos alimentos ricos en azúcar, eso incluye refrescos, chucherías, pasteles, helados, etc.
  • Elimina de tu dieta también los embutidos y las grasas.
  • A la hora de hacer la compra, compra únicamente lo que necesites, así evitarás pequeñas tentaciones.
  • Caminar, subir y bajar escaleras, etc. es una buena manera de quemar calorías con muy poco esfuerzo.
  • Recuerda que cuanto más ejercicio hagas, más grasas quemarás. Por ejemplo: haciendo una hora de bicicleta quemas 250 calorías.
Trucos para no engordar
No engordar en casa
  • Preparar siempre un menú ligero.
  • Limitar el número de platos que se lleva a la mesa y procurar que los primeros sean ensaladas o cosas muy ligeras.
  • De postre, escoger siempre fruta natural o manzanas asadas.
  • Una bandeja de frutas es un postre delicioso y bajo en calorías.
  • Evitar los refrescos en la mesa, la mejor opción es siempre el agua o una copa de vino (sólo una).
  • No hacer más comidas de las habituales y evitar hacer la siesta después, hacer un esfuerzo y salir a realizar una caminata.
  • No dejar de desayunar para poder comer más después.
  • Tener preparados caldos y purés para contrarrestar las comidas pesadas.
No engordar en bares o restaurantes
Recordar que los aperitivos pueden ser tanto o más calóricos que las comidas, así que hay que ingerirlos con moderación.
  • Evitar: fritos, embutidos, frutos secos, hojaldres y snacks.
  • Tostadas: Untar sólo con margarina o queso hipograso.
  • Controlar la ingesta de bebidas alcohólicas, porque son de alto valor calórico: si no hay más remedio, sólo tomar una copa de vino.
  • En la comida, elegir siempre carnes magras sin relleno, ni piel, evitando las salsas.
  • Como primer plato pedir siempre una ensalada, o un puré de zapallo. Como segundo, mejor pescado no frito.
  • No ingerir postre ni licores, sólo un café o una infusión con edulcorantes.
  • No alargar las comidas demasiado, porque al final queda la tentación de “picar algo” y se corre el riesgo de juntar el almuerzo con la cena.
Trucos practicos
  • No dormir nunca la siesta después de una gran comida.
  • Cuando no se puede decir no a una copa de champán o vino, mejor beberla a pequeños sorbos y dejar la mitad.
  • Si se pretende probar varias cosas, colocar cantidades pequeñas en un plato, sin volverlo a llenar.
  • Antes de comer, elegir una porción de pan moderada.
Consejos generales
  • No ingerir en una misma comida diferentes proteínas (carne y pescado) para no tener una digestión pesada.
  • No preparar menús excesivos, es mejor alternar los platos fuertes con otros muy ligeros.
  • No mezclar diferentes bebidas alcohólicas.
  • Evitar llegar a la mesa con demasiado apetito.
Resistencia a la pérdida de peso
El organismo humano tiende al almacenamiento de energía y lo hace en forma de grasa. Lo saludable es que el individuo al pasar los años aumente de peso, para tener un mecanismo de defensa en situación de crisis. Nuestro cuerpo posee muchos sistemas para favorecer el proceso de almacenamiento de grasa.
Los sistemas de almacenamiento son superiores en número y en eficacia a los que facilitan la pérdida de peso. La evolución, supervivencia de la especie y del individuo están directamente relacionados a la capacidad de resistencia a la pérdida de peso.
Las situaciones enumeradas son ataques a nuestro organismo que producen un sistema de defensa ocasionando un bloqueo en la pérdida de peso, que puede ser de acción temporal o persistente, pues el organismo tiene capacidad de mantener estas acciones defensivas a largo plazo.

¿Las Hormonas realmente tienen la culpa?
Los problemas hormonales son un porcentaje muy bajo entre las causas que dificultan adelgazar.

Los verdaderos motivos dependen de un desequilibrio originado entre lo que se come y las energías que se gastan.

Las causas de la obesidad según esta disciplina se dan por un balance energético positivo que lleva a un aumento de la masa corporal. Si fallan los mecanismos de ingreso y egreso de calorías puede llevar a ese desequilibrio que origina el aumento de peso.

El ingreso energético está determinado por una serie de neurotransmisores y hormonas que intervienen en el proceso de saciedad y apetito: la serotonina, cortisol, leptina, neuropéptido Y, CRF, dopamina, y otras sustancias que se relacionan con la conducta alimentaria del individuo.

Por otro lado la inactividad corporal va generando también acumulación de grasa debido a una menor oxidación de la misma.

Muchas veces la dificultad para bajar de peso puede darse por cierta codificación genética que generalmente coincide con haber comenzado a tener obesidad desde la pubertad.

En todo caso, es claro que son relativamente raros los casos de obesidad vinculada con trastornos endocrinológicos, salvo en el caso del hipotiroidismo -aunque, aún en este caso, muchas veces se le adjudica mayor responsabilidad de la que realmente tiene.

Beber agua para bajar de peso

Además de su efecto saciante y su función como principal sustancia depurativa del organismo, estudios recientes constatan que un aporte de agua extra a las recomendaciones de ingesta diarias previene la retención de líquidos y ayuda a gastar más calorías durante el día.
 
El agua es un nutriente esencial que constituye más de la mitad de la masa corporal total (el 60% en el hombre adulto y el 54% en la mujer). El cuerpo de un bebé prematuro está formado por un 80% de agua, porcentaje que disminuye con la edad y que llega hasta al 45% del peso corporal total en las personas mayores.
“Muchas veces, el hambre y los antojos son simplemente un signo de sed.” 

El peso del agua
No hay otra sustancia tan ampliamente involucrada en diversas funciones orgánicas como el agua. Todas las reacciones químicas de nuestro cuerpo tienen lugar en un medio acuoso, por lo que contribuye al buen funcionamiento de todas las células del organismo.
Actúa como transportador de nutrientes y otras sustancias en el sistema circulatorio, es vehículo para excretar productos de desecho y eliminar toxinas (a través del sistema cardiovascular, el renal y el hepático) y, además, lubrica y proporciona soporte estructural a los tejidos y a las articulaciones.
Otra función destacada del agua es el papel que juega en la termorregulación. La elevada capacidad calorífica del agua permite que nuestro organismo, con más de un 50% de agua en su composición, sea capaz de intercambiar calor con el medio exterior (coger o ceder) minimizando las variaciones de temperatura, que podrían ser fatales para el funcionamiento de los órganos vitales.
  • El agua no tiene ninguna grasa - en comparación con los milkshakes gruesos
  • El agua no tiene ninguna caloría - en comparación con té helado
  • El agua no tiene ninguna azúcar - en comparación con las bebidas no alcohólicas
  • El agua no tiene ningún cafeína - en comparación con el café
Retención de líquidos por escasez de agua
Muchas personas a las que se les hinchan las extremidades y abdomen, piensan que reducir la ingesta de agua les ayudará a prevenir la retención de líquidos.
Por paradójico que parezca, la reacción del cuerpo ante una falta de ingesta de agua es la retención hídrica. La retención de líquidos aparece en ciertas situaciones fisiológicas como el embarazo, la menopausia, en los días antes de la menstruación y también en muchas enfermedades cardíacas, renales o hepáticas, entre otras. Siempre se manifiesta como una hinchazón de los tejidos blandos, debido a la acumulación de líquidos especialmente en dichas zonas.
El agua está distribuida en el organismo en tres grandes compartimentos, intracelular (dentro de las células), intravascular (se encuentra dentro de los vasos sanguíneos) e intersticial (se encuentra entre ambos, o sea, en los tejidos alrededor de las células).
Todos estos compartimentos están separados los unos de los otros por una membrana semipermeable que permite el paso de líquidos y ciertos componentes de los mismos. La retención hídrica se produce cuando existe un desequilibrio entre las fuerzas que regulan el paso de los líquidos de un compartimento a otro.
Las personas obesas o con sobrepeso pueden sufrir una retención de líquidos por trastorno circulatorio. La retención de líquidos es uno de los factores ocultos del aumento de peso.
Las causas pueden ser de estilo de vida (sedentarismo), fluctuaciones hormonales (embarazo, lactancia, premenstruación), desequilibrio en la ingesta de bebidas o enfermedades como cirrosis, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial, cáncer o desnutrición. También son causa de retención hídrica los procesos inflamatorios y alérgicos, así como la toma de algunos medicamentos como corticoides, antiinflamatorios o anticonceptivos orales.
Finalmente, las personas obesas o con sobrepeso pueden sufrir una retención de líquidos por trastorno circulatorio, debido al enlentecimiento del retorno sanguíneo y linfático por exceso de peso, principalmente.

Agua y adelgazamiento
El papel fisiológico del agua en el adelgazamiento y en el mantenimiento de la línea tiene lugar a distintos niveles. El agua puede ayudar a adelgazar no sólo porque previene y reduce la retención de líquidos. Es algo que se evidencia en un estudio publicado en la revista 'The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism', en el que se asegura que beber medio litro de agua aumenta el gasto metabólico en un 30% después de 30 ó 40 minutos de haberla ingerido.
Según el trabajo, el 40% de este efecto termogénico está originado por el necesario calentamiento del agua en el aparato digestivo, que varía de 22 a 37ºC. Asimismo, se observó cómo la energía para este cambio de temperatura en los hombres provino de las grasas, en contraste con las mujeres, que para este mismo fin utilizaron sobre todo los carbohidratos como fuente energética.
Beber dos litros de agua al día supuso un aumento del gasto total diario de aproximadamente 100 kilocalorías. Estos resultados sugieren que el efecto termogénico del agua debe ser considerado cuando se realizan tratamientos de adelgazamiento, si bien se precisan más estudios que corroboren y contrasten esta interesante teoría.
”Hay alimentos que pueden contener hasta un 90% de agua. La fruta, por ejemplo, tiene un alto contenido en agua y es un perfecto sustituto de postres y tentempiés. Ten siempre a mano una gran variedad de frutas - manzanas, plátanos, papayas, kiwis, pomelos, etc...

Beber agua en exceso
Una ingesta elevada de líquido no presenta normalmente problemas fisiológicos en una persona sana porque el exceso se elimina con facilidad y de una manera rápida por los riñones. Por el contrario, una ingesta baja puede generar graves problemas de salud.
La hipohidratación se corrige con una ingesta mayor de agua a través de los alimentos y bebidas, mediada por la sensación de sed, efectivo mecanismo de nuestro cuerpo que nos recuerda la necesidad de beber tras periodos de bajo aporte de líquidos. Los efectos de no beber suficiente son, entre otros, la disminución del tono muscular, peor digestión y absorción de los nutrientes, el aumento de la concentración de sustancias tóxicas en el organismo y la temida retención de líquidos.
Beber algunos vasos más de agua de los recomendados diariamente es beneficioso y ayuda a sentir ligereza, pero el aporte ha de ser moderado.
Beber agua en exceso mientras se hace una dieta hipocalórica o mal planteada puede provocar desequilibrio hidroelectrolítico en el organismo. Dicho desequilibrio conlleva el riesgo de sufrir hiponatremia (desequilibrio en la concentración plasmática de sodio), lo que puede producir serios problemas cardíacos. Incluso hay personas que hacen un consumo exagerado y desproporcionado de agua.
Estos casos de ingesta excesiva de agua pueden deberse también a un trastorno con nombre, la potomanía, que puede ser síntoma de un desequilibrio psiquiátrico, ya que tiene aspectos en común con otros trastornos del control de los impulsos

Engordar: ¿Es una Adicción?

Cuando un gordo se encuentra comiendo pan, pasta o arroz en la noche, no es porque haya decidido engordar ese día.
Él sabe todo; que va a engordar, que le van a subir los triglicéridos, el colesterol, la presión arterial, y que estos alimentos le tapan las arterias coronarias y que su riesgo de infarto se incrementa enormemente, pero el deseo que lo induce a comer, es más fuerte que el miedo a la muerte. 

¿Que es la Serotonina y que tiene que ver en todo esto?
Esta persona es un adicto, pues hace cosas que no quiere y que le hacen daño, impulsado por fuerzas que no puede controlar.

En el cerebro existe una sustancia o neurotransmisor antidepresivo denominado serotonina. Sus niveles elevados, confieren una sensación de placer y bienestar y disminuyen el deseo de comer harinas o dulces. En tanto que sus niveles disminuidos ocasionan angustia, tristeza y un deseo mayor de comer dulces o harinas.

Al comer un pan, un dulcecito o un chocolate, se produce una rápida elevación de los niveles de la serotonina cerebral. Por este mecanismo, la tristeza que producen los niveles bajos de serotonina se tornan en alegría después de comer un dulcecito o un chocolate por la elevación de serotonina que estos alimentos inducen en el cerebro.
La producción de serotonina se encuentra bajo el control de la luz solar. Es elaborada por una glándula que está dentro del cerebro, denominada glándula pineal o "tercer ojo", la cual se activa al anochecer y va disminuyendo su producción durante la claridad.
Al amanecer entonces la serotonina se encuentra muy elevada y por esta razón al despertar estamos tranquilos y no nos apetece un plato de espaguetis ni un dulce ni tampoco un helado; pero a lo largo del día la serotonina desciende y a las cuatro de la tarde suele presentar un descenso brusco.
A partir de este momento, la persona puede sentir más angustia, tristeza y nerviosismo, a la par que si en este momento se le presenta una galletita, un pan o unas papitas, los bajos niveles de serotonina incrementan su atracción hacia estos alimentos. Por esto y aún sin tener hambre, la persona se lleva la galletita o el panecito a la boca. 

¿Cuando se Produce la Elevacion de la Serotonina?
La elevación de la serotonina que se produce después de comer el dulcecito confiere placer y alegría. Sin embargo una vez que la serotonina está elevada, la persona no entiende "por qué se la comió", pero ya es tarde, y solo queda la culpa.
Al despertar al día siguiente, la serotonina otra vez se encuentra elevada, entonces la persona se imagina, que en la tarde no va a sentir deseos de comer un pan o un dulcecito. Pero, una cosa es lo que piensa en la mañana cuando la serotonina se encuentra elevada, y otra cuando en las horas vespertinas la serotonina desciende, y así el deseo de comer panecitos o dulcecitos se hace irrefrenable. 

Con Respecto a la Dieta
Cuando en la dieta se omiten los alimentos que mantienen altos los niveles de serotonina como los chocolates, las harinas, los panes, la pasta y el arroz, el descenso vespertino de la serotonina se hace cada día más pronunciado.
Esto ocasiona al atardecer un progresivo incremento de la angustia y la tristeza a la par que el deseo de comer harinas al atardecer también se va exacerbando.
Los deseos de comer harinas y chocolates se hacen cada vez más irresistibles, hasta que llega un día que aún sin ver un chocolate, la persona sale a buscarlo. Ese día comienza a comer compulsivamente no un dulce, sino una gran cantidad, al igual que un drogadicto o un alcohólico con "síndrome de abstinencia".
Obviamente las dietas que omiten las harinas y dulces casi por completo, no sirven para ser delgado, pues además de favorecer una rápida recuperación del peso, por al agotamiento de las reservas de azúcar y el descenso metabólico que producen, también hacen que el paciente se vuelva aun más adicto que antes de haber hincado la dieta. Termina, comiendo en forma desaforada pan, pastas, arepas , dulces y chocolates y engorda de nuevo aceleradamente.
Para evitar este tipo de fracaso, la dieta no solo debe garantizar la energía física y evitar el hambre, sino que además tiene que incluir ciertos alimentos que mantengan la serotonina elevada a lo largo del día. De esta manera en vez de aumentar, disminuirá la atracción hacia las harinas. 

Más calorias, más saciedad?
A igualdad de calorías, la capacidad de saciar de los distintos alimentos no es la misma; si escogemos los que más sacian, la ingesta total de calorías será menor.
Mucha gente piensa que la capacidad de saciar de los alimentos es relación directa de su contenido en calorías, y que por ello es indiferente comer uno u otro porque los que menos engordan sacian menos y comeremos más cantidad de ellos, hasta consumir una cantidad similar de calorías.
Sin embargo, recientes investigaciones indican lo contrario: a igualdad de calorías ingeridas, unos alimentos sacian más que otros. De esto se deduce que hay alimentos poco convenientes para mantener la línea, pues sacian menos. Con ellos, tenderemos a ingerir más calorías, pues en general comemos hasta alcanzar un determinado nivel de saciedad.

En un experimento, diversas personas de ambos sexos tomaron la misma cantidad de calorías de distintos alimentos, y se valoró a continuación cada 15 minutos la sensación de saciedad que experimentaban. Se comprobó así que los alimentos que más sacian (recordemos, a igualdad de calorías) son aquellos ricos en proteínas (pescado, carne, legumbres). A continuación, también con una alta capacidad de saciar, los abundantes en fibra, hidratos y agua: frutas, verduras, arroz, pasta y pan. Por último, los que menos sacian son los ricos en grasas: bollería, galletas y similares.

De lo anterior podemos sacar importantes enseñanzas prácticas en orden a mantener la línea, pues parece evidente que, respetando siempre la necesaria variedad alimenticia que nos garantice una nutrición saludable, es preferible consumir más proteínas, fibra e hidratos y menos grasas, pues aquellos nos saciarán más y al final tomaremos menos calorías

Dieta para el reflujo gástrico


En una dieta contra la acidez es tan importante la calidad de los alimentos como su cantidad, y el fraccionamiento y periodicidad de ingesta. 
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Para reducir el reflujo de ácido, los especialistas recomiendan:
  • No acostarse después de comer y esperar dos o tres horas antes de irse a dormir después de la cena.
  • Elevar la cabecera de la cama de cuatro a seis pulgadas -8cm.-
  • Bajar de peso si se requiere.
  • Dejar de fumar, ya que el tabaco irrita la mucosa gástrica y aumenta la acidez.
  • Evitar comer en exceso, y por el contrario, procurar comidas ligeras y más frecuentes durante el día.
  • Evitar tomar ciertos antiinflamatorios, ácido acetil salicílico (aspirina, culdina) que dañan la mucosa del estómago.
  • Evitar la ropa muy ceñida y las actividades que exijan doblarse y que aumentan la presión abdominal.
Pautas generales
Cada caso debe ser evaluado por un profesional capacitado, pero como pautas generales podemos citar:
  • Ingestas de poco volumen y alta periodicidad. 5 comidas diarias es una buena idea: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda durante la tarde y cena, que es aconsejable que sea al menos 2 horas antes de acostarse.
  • El arroz y el pan, las arvejas o judías, y el tofu (queso de soja) pueden ser una buena ayuda para disminuir el ácido, y además son alimentos suaves. No se debe exagerar, porque el exceso de cualquier alimento puede estimular a su vez la producción de ácido.
  • Eliminar alimentos que disminuyen la presión del esfínter esofágico inferior: alcohol, menta, ajo, cebolla, chocolate, grasas, quesos fermentados y muy curados, cava o vino blanco.
  • Las temperaturas de los alimentos son importantes. El excesivo frío o calor son irritantes de la mucosa gástrica. Se aconseja comerlos templados
  • Alimentos que irritan la mucosa gástrica deben ser evitados también (jugos de cítricos, vinagre, tomate y derivados, pimienta, mostaza, algunos productos integrales o melón, pepino, pimiento - estos últimos según tolerancia -)
  • La forma de cocción es relevante. Las verduras y frutas crudas deben ser peladas y sin semillas. La carne no debe estar demasiado cocida, y al cocinarla a la parrilla, la costra tostada es irritante. Se prefieren las carnes hervidas. Los alimentos fritos son desaconsejados en general, así como las comidas muy compuestas y condimentadas.
  • Las carnes blancas son menos irritantes que las rojas, ya que son más fácilmente digeribles y permanecen menor tiempo en el estómago. Carnes magras, pescados.
  • Las grasas deben ser, en general, evitadas. Pero una dieta normal debe contenerlas para un perfecto balance alimentario.
  • Los dulces deben ser evitados en exceso.
  • La leche, que ha sido un pilar del tratamiento, de hecho estimula la secreción de ácido gástrico. No debe ser eliminada de la dieta, pero se aconseja consumirla en cantidades reducidas y fraccionadas.
  • Las fibras crudas, el salvado en exceso, los condimentos fuertes, la cafeína son altamente irritantes de la mucosa gástrica.
  • El alcohol es un enérgico promotor de la secreción ácida, por lo que suele aconsejarse que se restrinja el consumo de alcohol a cantidades pequeñas y diluidas. La cerveza, en particular, casi duplica la acidez estomacal en solo una hora.
  • El tabaco es un factor de riesgo para la aparición de úlceras y sus complicaciones, y parece impedir la cicatrización y aumentar la incidencia de recurrencias, las cuales tienen una correlación con el número de cigarrillos diarios.
  • Otros cambios de hábito, como una actividad física apropiada a la edad y estado de cada persona, y la adopción de comportamientos que reduzcan el nivel de estrés ayudan normalizar los trastornos gástricos.
Hierbas beneficiosas
Las tres principales categorías de hierbas que se emplean para tratar la indigestión cuando no se conoce la causa del problema son: carminativas (para los gases), amargas (estimulantes digestivos) y demulcentes (calmantes).
Alcachofa (Cynara scolymus) es particularmente útil cuando el problema lo causa una falta de producción de bilis en el hígado.
Celidonia (Chelidonium majus) puede aliviar los síntomas de la indigestión (como los cólicos, la sensación de plenitud y las náuseas) mucho mejor que el placebo.
Alcaravea (Carum carvi) e hinojo (Foeniculum vulgare): las semillas de hinojo o alcaravea u hojas de yerbabuena, son excelentes carminativos.
Jengibre (Zingiber officinale): tiene un tradicional uso como tratamiento para diversos problemas gastrointestinales que van desde la flatulencia hasta las úlceras. El jengibre tiene propiedades anti inflamatorias y reduce las náuseas.
Regaliz: en particular el regaliz masticable sin glicirricina (DGL), ha demostrado ser un tratamiento efectivo para curar las úlceras estomacales y duodenales.
Tilo (Tilia spp.): es un carminativo y un relajante.
Hierbabuena o menta (Mentha piperita): es un carminativo.
Salvia (Salvia officinalis): para la indigestión. No se recomienda para mujeres que estén amamantando.
Azafrán de las Indias (Curcuma longa): es anti inflamatorio y carminativo.

¿Cómo cocinar y condimentar?
Usar técnicas culinarias que menos grasa aportan a los alimentos: al agua -cocido o hervido, vapor, escalfado-, rehogado, plancha, horno y papillote.
Utilizar moderadamente: fritos, rebozados, empanados, guisos y estofados (estos últimos, desgrasar en frío mejora su conservación y calidad nutricional).
Pueden emplear diversos condimentos:
  • Ácidos: Preferir el vinagre de manzana y el zumo de limón al vinagre de vino, según tolerancia individual.
  • Aliáceos: Evitar los carminativos que estimulan las secreciones gástricas -ajo, cebolla, echalote…, según tolerancia individual.
  • Hierbas aromáticas: Conviene incluir en las recetas tradicionales hierbas que ayudan a la digestión tales como el estragón, el eneldo, laurel, tomillo, romero, mejorana y otras hierbas aromáticas.
  • Evitar las especias fuertes, pimienta (negra, blanca, cayena y verde), pimentón, guindilla.
Alimentos Aconsejados:
  • Leche y lácteos: preferir los menos grasos; leche descremada o desnatada, yogures no enriquecidos con nata, queso fresco, quesos cremosos (poco grasos, tipo de nata), requesón, cuajada, petit suisse, yogur.
  • Carnes, pescado, huevos y sus derivados: carnes con poca grasa, pescado blanco, huevos revueltos o en tortilla o escalfados o pasados por agua, fiambre de pollo o pavo.
  • Cereales, papas y legumbres: todos salvo los indicados en "alimentos limitados". En relación con las legumbres cocidas enteras, se aconseja cocinarlas sólo con arroz o patata y verduras, y si aún así no sientan bien, probar cocidas en puré y pasadas por el chino o pasapurés para eliminar los "hollejos" y mejorar su digestibilidad (su tolerancia depende de la persona).
  • Verduras y hortalizas: evitar las flatulentas (col, coliflor, repollo, coles de Bruselas, alcauciles o alcachofas, cebolla y ají o pimiento en crudo, etc.).
  • Frutas: frescas muy maduras no ácidas, batidas o asadas o en compota o en puré.
  • Bebidas: agua, caldos, infusiones suaves (salvo de menta piperita o con extractos de menta), jugos no ácidos, bebidas sin gas.
  • Grasas: aceite de oliva y semillas (girasol, maíz, soja...), mantequilla o margarina (se toleran mejor en crudo) y mayonesa light (menos grasa que las convencionales).
  • Otros: mermeladas en desayunos, con moderación.
Alimentos Permitidos
(Consumo moderado y ocasional):

  • Leche y lácteos: leche entera (según tolerancia), batidos lácteos (excepto de chocolate), natillas y flan, arroz con leche.
  • Carnes semigrasas, pescado azul, jamón serrano y jamón york magros
  • Cereales: cereales de desayuno azucarados (sencillos, con miel, integrales y muesli), según tolerancia.
  • Bebidas: zumos comerciales no ácidos, fruta en almíbar sin el jugo.
  • Otros productos: miel (puede dar acidez), bollería y repostería sencillas (las que en composición más se parecen al pan: bollo suizo, bizcochos de soletilla), gelatina de frutas, helados y sorbetes, frutos secos y mayonesa convencional.
Alimentos Limitados
(consumir de forma esporádica o en pequeñas cantidades)

  • Leche y lácteos: leche condensada, quesos fuertes (grasos, muy maduros o fermentados), postres lácteos con nata.
  • Carnes grasas, fibrosas como el conejo, carne cocida dos veces o muy condimentada, embutidos grasos y vísceras, huevos duros, pescados en escabeche o en salazón (bacalao, arenques…).
  • Cereales: pan fresco recién horneado tipo baguette (fermenta en el estómago y crea molestias), cereales chocolateados, galletas rellenas, chocolateadas o bañadas con soluciones azucaradas, etc.
  • Frutas: fruta no madura y cruda, frutas ácidas, fruta en almíbar, frutas desecadas y confitadas.
  • Bebidas: café, descafeinado y té fuertes, bebidas con extractos de café o de guaraná, bebidas con chocolate, bebidas con gas y todas las bebidas alcohólicas (irritan la mucosa gástrica y aumentan la acidez).
  • Grasas: nata, manteca, tocino y sebos.
  • Otros productos: fritos grasos, pastelería y repostería, chocolate y salsas picantes