lunes, 20 de julio de 2015

Mantenerse a dieta sin adelgazar

Si está realizando algún tipo de dieta conviene que reflexione sobre cuáles son los mecanismos biológicos que se esconden tras el control del peso.

A pesar de que el peso corporal permanece estable en la mayoría de las personas a lo largo de la vida, hay una tendencia a ganar grasa con la edad, aunque suele ser un proceso bastante paulatino. Ahora bien, que el peso se mantenga constante no es tarea fácil, debe darse un mecanismo regulador que sea capaz de contar las calorías ingeridas, descontar las calorías quemadas y controlar las sensaciones de hambre en la medida exacta. Todo esto ocurre gracias a una complicada técnica fisiológica encargada de mantener el equilibrio.

Por todos es sabido que la base de una buena salud y el mantenimiento de un peso correcto es seguir una alimentación sana y variada combinada con ejercicio habitual. Estos principios son la base de una buena dieta a través de la que conseguiremos mantener nuestro peso.

Pero antes de nada debemos empezar por adquirir buenos hábitos alimenticios. Es fundamental tener una adecuada educación nutricional para no poner en peligro nuestra salud. Hay que comer de todo pero en su justa medida y a sabiendas de los beneficios que tendrá ese alimento para nuestro organismo. De hecho la mayoría de las personas que han perdido peso y lo mantienen a lo largo de su vida no han seguido nunca una dieta alimenticia, sólo han aprendido a comer correctamente.

El secreto del peso

Seguir una disciplina alimenticia tiene sus pros y contras. Si no seguimos ninguna dieta específica, pero por el contrario comemos correctamente nunca pasaremos hambre, evitando de esta manera los trastornos que el hambre causa al organismo que tiende a acumular grasa para épocas de escasez. Además, si comemos correctamente disfrutaremos de todos los alimentos en su medida.

Al recibir nuestro cuerpo todo tipo de nutrientes no estaremos de mal humor ni irritables como las personas que siguen una dieta para adelgazar. Si seguimos una alimentación correcta nunca recuperaremos los kilos perdidos, pues al no pasar hambre nuestro cuerpo no tiene la necesidad de guardar para periodos de hambre y escasez. Esto es lo que suele suceder con las dietas yo, yo, que se pierden muchos kilos a base de pasar hambre y cuando empezamos
a comer normalmente los recuperamos amentados en un 10%.

Además, si seguimos una alimentación correcta nunca sentiremos cansancio ni falta de energía. Al no perder peso de forma rápida nunca tendremos estrías ni descolgamientos de la piel, pues la pérdida de peso es progresiva y totalmente natural, ya que nuestro cuerpo se reajusta a la nueva alimentación.

Pero hay algunos contras como que los resultados no son tan inmediatos como en una dieta de adelgazamiento. Los kilos que perdemos no te garantizan tener un cuerpo perfecto, pues nuestro organismo se ajusta a la nueva alimentación y llega un momento en el que no adelgazamos más al estabilizamos. Este proceso es diferente en cada persona, ya que cada uno adelgaza de una manera, por lo que no se garantiza una pérdida de peso.

A pesar de todo, si seguimos una dieta equilibrada y hacemos ejercicio físico todos los días nos sentiremos mejor y conseguiremos estar en nuestro peso ideal además de aumentar nuestra salud.

Nivel de regulación ponderal
Curiosamente, el organismo humano muestra una clara tendencia a mantener su peso dentro de ciertos límites. Los excesos o los defectos alimentarios parecen poner en marcha procesos compensatorios sumamente eficaces. Si se está una temporada comiendo menos, por ejemplo, haciendo una dieta hipocalórica durante meses, el metabolismo disminuye proporcionalmente, se adapta a la energía ingerida y consigue así la estabilización del peso.

Por este motivo hacer dietas de pocas calorías durante un tiempo prolongado o intermitentemente año tras año da lugar al famoso "efecto yo-yo" de pérdida y aumento de grasa en el cuerpo, que es contraproducente.

Según el especialista Josep Toro, del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínico de Barcelona, "la verificación de estos hechos ha dado lugar a la teoría del nivel de regulación ponderal, según la cual los excesos y las insuficiencias alimentarías desencadenan cambios metabólicos que intentan prevenir las modificaciones del peso corporal".

El peso corporal no depende simplemente de la diferencia entre la energía que se ingiere y la que se gasta. Se sabe que el cerebro y, concretamente, el hipotálamo lateral, desempeña un papel clave en la determinación de este nivel regulador. Se supone que a través de las funciones encarnadas en esta área se expresan las influencias genéticas y evolutivas que
actúan sobre el peso corporal conformando así un delicado y misterioso equilibrio con múltiples incógnitas aún por resolver.

No somos todos iguales
Se suele incurrir en el error de pensar que el peso corporal de toda persona depende simplemente de la diferencia entre la energía que come y la energía que gasta. Pero no es una simple cuestión de entradas y salidas que nos haría iguales a todos los seres humanos. No es tan sencillo; las diferencias metabólicas entre los individuos son muy grandes y dependen de la edad, el sexo, la altura, el peso, la masa muscular y la grasa, entre otros factores.

Además, como no podía ser de otra manera, está la genética, esa clave cifrada que aún no nos desvela por qué un obeso puede ganar el doble de peso que una persona que no lo es cuando ambos han comido las mismas kilocalorías de más en el mismo período de tiempo. Heredamos la propensión a engordar, pero para que esta propensión se convierta en barriga prominente tiene que darse un ambiente adecuado. De la misma manera, la ciencia ha acreditado que los obesos en tratamiento de adelgazamiento sufren un enlentecimiento de su metabismo, se adaptan a la restricción fácilmente y, como resultado, les cuesta más perder grasa corporal.

Los hábitos alimentarios y el estilo de vida son cruciales en todo este puzzle patológico que conforma la multicausalidad de la obesidad. Numerosos estudios han demostrado cómo poblaciones sin propensión genética a la obesidad, como japoneses, indios sudamericanos o norteafricanos, cuando se exponen a un ambiente de sobrealimentación, como el de EE.UU., llegan a desarrollar este síndrome al igual que el resto de sus conciudadanos.

Está claro que las nuevas condiciones culturales y económicas se traducen en mayor consumo de carne, lácteos, postres, dulces, cerveza, aperitivos y un largo etcétera que invita al consumo de comida energética y al sedentarismo como eje del ocio. El comportamiento alimentario o la relación con la comida influida por factores culturales, sociales y psicológicos
como la ansiedad, el estrés o la depresión, influyen enormemente y pueden producir temidas consecuencias.

La mayoría de la gente “cree” que Come bien

Los que pueden comer carne, leche y huevos creen, de forma equivocada que comen bien. La mayoría de la gente, como siempre tiene creencias equivocadas, vive como autoengañada, pensando que come bien, sólo porque come abundante carne, pollo, pescado, mariscos, leche, quesos, café, huevos, pan, arroz, una que otra fruta, una que otra vez, ensaladas.

Esa no es una alimentación completa. Eso no significa comer bien.
Los consejos comunes incluso de los médicos son que para estar bien alimentado solo come de todo, ten una alimentación lo más variada posible, sin decir que alimentos ni en que cantidad. Si no se habla de las cantidades de cada alimento y cada nutriente ese consejo no sirve de nada. En realidad no se necesita comer de todo, solo se necesitan comer los alimentos donde se encuentran los nutrientes con las cantidades que se necesitan todos los días y aún a pesar de este gran consejo, la mayoría de la gente no varia sus comidas, pero: La mayoría jura que come de todo y que sus comidas están lo suficientemente variadas, que come muchas frutas. Cuando uno le pregunta a alguna persona: ¿Come usted de todo?, esta persona jura que sí.

El tema esta en que el si esta respuesta la recibe un medico, este dice: bien, por ese lado todo está bien. Busquemos el problema en otro lugar. Sin embargo deja la fruta para el final de la comida y normalmente no le queda espacio en el estómago para comerla. Otros aseguran que comen ensaladas y es lo que dejan normalmente en el plato después de comer o también es lo primero que se saltan en el menú. Al ordenar la comida en un restaurante, si el niño se come la ensalada y deja la carne, se le dice no seas tonto, cómete la carne que es lo mejor.
La verdad es que comer sólo carne, leche, huevos y, pan o arroz es comer mal. En esos alimentos no se encuentran todos los nutrientes que el organismo necesita todos los días. Es imposible que un solo alimento contenga todos los nutrientes que el cuerpo necesita diariamente. La realidad es que comemos mucho los alimentos equivocados por no saber qué contienen; nos nutrimos muy poco y obtenemos excesos. Comer bien significa tener una buena alimentación.
Siempre comemos los mismos alimentos.
Todos en nuestras casas tenemos entre 10 y 20 platillos que se van repitiendo a lo largo de todo el año y a fin de cuentas a lo largo de toda la vida. Cuando llegamos al platillo nº20, entonces comenzamos con el nº1, entonces, si en esos platillos hay deficiencias, vamos a tener deficiencias toda la vida, y también, si hay excesos, vamos a tener excesos toda la vida.
Otro problema es que comemos lo que nos gusta, no lo que más nos conviene. A esto es a lo que se le llama tener malos hábitos alimenticios. La mejor forma de saber si alguien se alimenta bien es por las enfermedades que presenta. Hay enfermedades cuya causa específica es la mala alimentación. Muchas enfermedades que se consideran hereditarias no son sino el simple resultado de lo que comen los padres, que es lo mismo que comen los hijos y lo mismo que comía la mamá desde el embarazo. En consecuencia la enfermedad que sufren los padres también la sufren los hijos. En eso consiste lo hereditario de la enfermedad.
Muchos creen que comen bien porque comen comidas y platillos caros, en restaurantes caros, de lujo; comida de importación, internacional. Otros piensan que comer mucho es comer bien. La gente relaciona el comer bien con los alimentos que consume la gente de nivel alto de vida, es decir, toma vino en vez de tomar agua, arroz blanco en vez de arroz integral, etcétera. Entonces la gente escoge sus alimentos de acuerdo a sus colores, sabores y nivel social que lo consume. Comer como rico no significa que comes bien. Comer como pobre tampoco significa que comes mal. Ricos y pobres tienen alimentos buenos y malos. Lo importante es saber qué contienen esos alimentos, no quien los come.
Otros equivocadamente creen que comen bien, porque han disminuido la cantidad de carne roja que comen. Otros porque no comen carne de cerdo, sólo comen carne de res. Otros porque sólo comen pollo y pescado. Otros porque comen muchas ensaladas y frutas. Otros porque se han hecho vegetarianos. Otros porque no comen tortillas. Otros porque comen y cocinan sin grasa. Otros porque tratan de comer de todo. Otros porque comen cosas muy naturales y sanas, es decir, no comen nada enlatado, embotellado o procesado. Otros porque se preocupan de comer alimentos limpios, sin contaminación, bacterias o parásitos. Otros porque no comen en la calle ni en restaurantes, siempre comen en su casa. Otros porque no comen comida chatarra o comidas rápidas. Otros porque complementan sus alimentos sólo con vitaminas y minerales. Otros agregan sólo fibra. Otros porque dejan de tomar café, alcohol, dejan de fumar cigarrillos, etcétera. La verdad es que todo esto ayuda a mejorar algún aspecto de la alimentación, pero no significa que la alimentación esté completa y balanceada. Es decir, hacer alguno o varios de estos cambios es muy constructivo, pero no significa que con esto ya obtenemos una buena alimentación. Es decir puedes tener una comida muy limpia, sin grasa, sin carne roja pero que no contenga todos los nutrientes que tu necesitas. Por ejemplo unos huevos hechos sin nada de grasa y muy limpios no le quitan el exceso de colesterol que traen.
La Buena Alimentacion
Buena alimentación significa tener todos los nutrientes que tu organismo necesita todos los días en las cantidades necesarias. Si se toman todos en las cantidades recomendadas, automáticamente se balancean. Eso significa tener una alimentación completa y balanceada.
Mala alimentación significa tener excesos, deficiencias y carencias de nutrientes en nuestra alimentación. Independientemente que sea cara o barata, nacional o importada, en casa o en buenos restaurantes.
Poca gente puede nombrar los 108 nutrientes básicos que su cuerpo necesita todos los días y es muy raro el que sabe la cantidad de cada uno de ellos y dónde se encuentran. Si no sabemos qué nutrientes necesitamos, no podemos escoger esos nutrientes. Y cuando estamos frente a un buen complemento alimenticio, no sabemos identificarlo.
Si no sabemos en qué alimentos están, no podemos elegir esos alimentos. Si no sabemos la cantidad de nutrientes que necesitamos y la cantidad contenida en el alimento, no podemos saber qué cantidad del alimento debemos tomar. Debido a esto, la gente no sabe qué alimentos escoger y cuáles evitar. En consecuencia recibe unos nutrientes en exceso y otros con deficiencia. Eso es suficiente para causarle muchas enfermedades y problemas de peso.
Pero entonces, ¿Cuál es la solución? INFORMARSE. Consultando a profesionales de la nutrición, leyendo artículos de fuentes leales y libros sobre alimentación. No creer en todo lo que se escucha y filtrar la información errónea que se encuentra en la mayoría de los casos.
Con una alimentación completa las enfermedades relacionadas con la deficiencia de nutrientes desaparecen por sí solas, excepto en los casos en que el daño ya es demasiado severo. Así, el daño no se puede reparar, pero por lo menos se detiene su avance.
No es algo menor, la correcta alimentación es fundamental para prevenir enfermedades y mejorar su salud y calidad de vida.



¿Cómo combinamos los alimentos?

Hay alimentos de digestión lenta y alimentos de digestión rápida, ¿su combinacion nos afecta?

¿Cómo combinamos los alimentos?Algunos alimentos requieren una larga digestión en el estómago por estar compuestos de moléculas complejas que necesitan de una acción prolongada y persistente de las enzimas digestivas.
Otros son digeridos principalmente en el intestino y pasan al duodeno tras una breve permanencia en el estómago.
Cuando mezclamos alimentos de digestión lenta con otros de digestión rápida, éstos últimos no pueden pasar al intestino hasta que los más lentos han sido digeridos. Permanecen en el estómago a medio digerir durante una o varias horas y a una temperatura de 38 a 40 grados. Esto provoca la fermentación de los azúcares y almidones, el enranciamiento de las grasas y la digestión incompleta de las proteínas más complejas.

Es conveniente no mezclar ambos tipos de alimentos. Pero en caso de hacerlo, tomar primero los de digestión rápida y dejar pasar una media hora antes de consumir el resto. Así permitimos que los primeros encuentren vía libre para pasar al duodeno sin verse interferidos por la digestión de los segundos. Esto es la base de lo que se ha llamado alimentación disociada.
Alimentos de digestión rápida: Fruta, frutos secos, miel, siropes, hortalizas sin almidón (lechuga. apio. etc.), yogur, queso fresco, pescado blanco y, en menor medida, las carnes magras (sin grasa).

Alimentos de digestión lenta: Grasas (aceite, mantequilla, manteca...), proteínas grasas (carnes de cerdo y cordero, quesos grasos, huevos, frutos oleaginosos...). Las Bebidas: El consumir cada día una cantidad suficiente de agua es importantísimo para el correcto funcionamiento de los procesos de asimilación y, sobre todo, para los de eliminación y desintoxicación. Necesitamos, como mínimo, unos tres litros de agua al día. La mitad la obtenemos de los alimentos y la otra mitad debemos conseguirla bebiendo. Por supuesto, en determinadas situaciones o etapas de la vida estas necesidades pueden aumentar considerablemente. Sin embargo, si consumimos agua en grandes cantidades durante o después de las comidas, disminuimos el grado de acidez en el estómago al diluir los jugos gástricos. Esto provoca que las enzimas que requieren un determinado grado de acidez para actuar queden inactivas y la digestión se pare. También pierden eficacia al quedar diluidas. Si las bebidas que tomamos con las comidas están frías, la temperatura del estómago disminuye y la digestión se ralentiza aún más.

Como norma general, debemos beber en los intervalos entre comidas, entre dos horas después de comer y media hora antes de la siguiente comida. Está especialmente recomendado beber uno o dos vasos de agua nada más levantarse. Así conseguimos una mejor hidratación y activamos los mecanismos de limpieza del organismo.

Las bebidas diferentes al agua, como los zumos, caldos o leche, se considerarán más como alimentos que como bebidas, por lo menos en cuanto a la combinación con otros alimentos. Las bebidas alcohólicas de fermentación natural, como el vino o la cerveza, habrá que tenerlas en cuenta como alimentos ácidos a la hora de evitar incompatibilidades.

La combinación de los alimentos para adelgazar

Las dietas disociadas son consideradas como dietas "pintorescas" y sin base científica y, efectivamente, cuando se utilizan como un método de adelgazamiento así es. Las dietas disociadas no sirven para adelgazar. Engorda lo mismo comerse la pierna de cordero junto a la fabada y la tarta de chocolate que hacerlo en comidas separadas. Es la cantidad de calorías que ingerimos y la actividad física que desarrollemos lo que nos hará engordar o adelgazar. Por supuesto, el hecho de mejorar la digestión de los alimentos nos evitará flatulencias y toxinas, por lo que nuestro aspecto físico sin duda mejorará al estar menos hinchados y podridos, pero no adelgazaremos a menos que actuemos sobre la relación gasto/ingesta de calorías.

Combinaciones "buenas" o "malas"

A pesar de que cada persona tiene diferente sensibilidad a las distintas combinaciones de alimentos, la tabla que acompaña este articulo refleja de una forma simplificada el grado de compatibilidad entre las diferentes categorías alimenticias. Por supuesto, podríamos haber entrado en detalle sobre los procesos involucrados en la digestión de cada combinación especifica, pero ¿por qué no lo experimentas por tu cuenta los resultados?

Para los que quieran profundizar más en este tema, la tabla es una adaptación de la que aparece en el libro "Las combinaciones alimenticias" de Gudrun Dalla Via, publicado en España por la editorial IBIS. Parece indicado recomendar este libro por la claridad y sencillez
con que se exponen los principios de la combinación de los alimentos. También incluye una relación de los alimentos más frecuentes en nuestra dieta, en la que se explica cuáles son las combinaciones más adecuadas de cada uno de ellos. Para los que se encuentren con dificultades a la hora de confeccionar un menú correctamente combinado y además variado, en el libro vienen ejemplos de menús para cada estación del año con recetas de platos para categoría de alimentos.

Calificación de los alimentos

I. Proteínas: aquellos alimentos que contienen al menos un 15 por ciento de materia proteínica.
Proteínas concentradas: carne, pescado, aves, huevos, leche, queso.
Proteínas ligeras: frutos secos, judías, guisantes, derivados de la soja, aguacates, cereales integrales.
II. Hidratos de carbono: aquellos alimentos que contienen al menos un 20 por ciento de féculas y/o azúcares.
Féculas: cacahuetes, plátanos, patatas,
todos los productos a base de pasta, arroz, pan, tartas y pasteles,
cereales refinados, etc. Azúcares: azúcar integral, moreno y de caña en
bruto, fructosa, miel, jarabe de arce, frutas pasas dulces (pasas,
dátiles, higos, ci­ruelas).
III. Grasas: aceite de origen animal o vegetal.
De origen animal: mantequilla, nata, manteca, sebo, carnes graso­sas.
De origen vegetal: aceite de oliva, de soja, de girasol, de sésamo, de maíz, de cártamo, todos los aceites de frutos secos.
IV. Vegetales: lechuga, apio, col,
coliflor, espinaca, brotes de soja, pe­pino, espárragos, cebolla,
berenjena, nabo, berro, puerro, calaba­cín, judías verdes, pimientos
verdes, rábano, zanahoria, alcachofa, aceituna, etc.

Excepcioes: las patatas se cuentan como fécula; los tomates se cuentan como fruta acida.
V. Frutas:
Frutas ácidas: naranja, pomelo, lima, limón, fresas, arándanos,pina, tomate.
Frutas subácidas: manzana, pera, melocotón, cereza, uva, albaricoque, nectarina, ciruela, etc.
Melones: sandía, melón (en todas sus variedades), papaya, etc.
Excepciones: los plátanos se cuentan como fécula; los higos secos, dátiles, pasas y ciruelas secas se cuentan como azúcares.


Tabla de combinaciones



1. Un "NO" indica que esa combinación es incompatible.
2. Un "SÍ" indica que esa combinación es compatible.
3. La leche debe consumirse sola, como alimento proteínico, y a ser posible en forma natural, no pasteurizada.
4. En el apartado "Frutas" no se incluyen los melones,
que deben comerse solos para una óp­tima digestión y asimilación.
5. Los plátanos, pasas, higos secos, dátiles y ciruelas
secas son alimentos tipo fécula/azúcar de la mejor calidad, y no deben
combinarse con proteínas.
6. Los vegetales combinan bien con todo, excepto la patata (que es una fécula) y el tomate (que es un ácido).
7. Las grasas no deben combinarse con proteínas
concentradas, pero son relativamente com­patibles con las proteínas
ligeras.
8. Cuanto más cerca esté un alimento de su estado crudo y
natural, más compatible será con otras clases de comida; por
consiguiente, procura que al menos un 50 por ciento de tu dieta se
componga de alimentos frescos consumidos en estado crudo. Esto te
proporcionará las enzimas activas y la fibra húmeda que hacen falta para
compensar las combinaciones incompatibles de alimentos cocidos.

jueves, 16 de julio de 2015

¿Se debe controlar el consumo de azúcar?

No somos conscientes de la cantidad de azúcares refinados que tomamos a lo largo del día y del daño que esto puede causar en nuestra salud.Se habla mucho sobre la toxicidad de altas dosis de azúcar, pero se ha demostrado que dosis consideradas "adecuadas" o "seguras" por las agencias reguladoras para el consumo pueden ser tóxicas.

El azúcar debería ser controlada, como se hace con otros productos como el alcohol o el tabaco, para proteger la salud pública. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de la University of California, San Francisco (UCSF), quienes aseguran, en un artículo publicado en "Nature".

Los autores de este trabajo consideran que el azúcar es el "combustible" de la actual pandemia global de obesidad y que contribuye a que 35 millones de personas mueran cada año en el mundo por enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades
cardíacas o el cáncer. 

Los investigadores de la UCSF Robert Lustig, Laura Schmidt y Claire Brindis, autores del trabajo, aseguran que un potencial abuso del azúcar, asociado a su toxicidad y su amplia presencia en la dieta occidental, ha convertido a este producto en el principal culpable de esta crisis de salud mundial.

Este grupo de científicos, expertos en Endocrinología, Sociología y Salud Pública, ha realizado una nueva observación sobre las evidencias científicas acumuladas que existen sobre el azúcar. Así han concluido asegurando que el azúcar no es sólo una fuente de "calorías
vacías" que hace engordar a la gente. Al nivel en el que la consumen la mayoría de los ciudadanos, el azúcar es capaz de cambiar el metabolismo de las personas, elevar la presión sanguínea, alterar de forma crítica la señalización hormonal y causar importantes daños al hígado, el último efecto perjudicial del azúcar que se ha conocido. Estos riesgos sanitarios reflejan, en gran parte, los efectos de beber demasiado alcohol.

El triple de azúcar en los últimos 50 año: "Mientras que la gente piense que el azúcar es sólo"caloría vacía", no tendremos ninguna posibilidad de resolver esto", indica Lustig, profesor de Pediatría en la división de Endocrinologíadel UCSF Benioff Children"s Hospital y director del Weight Assessmentfor Teen and Child Health (WATCH) Program de la UCSF.

"Existen buenas y malas calorías, igual que existe grasa buena y mala, aminoácidos buenos y malos aminoácidos, buenos carbohidratos y malos carbohidratos", apuntando que "más allá de sus calorías, el azúcar es tóxica".

Si miramos la etiqueta nutricional de los alimentos detectará azúcar añadida en: jugos artificiales, bebidas carbonatadas, batidos, cereales, pan industrial, caldo de verduras... Los investigadores consideran que limitar el consumo de azúcar tiene por delante retos que van más allá de explicar a la gente su potencial toxicidad. "Reconocemos que en el azúcar existen aspectos culturales y relacionados con la fiesta".

Control, no prohibición: Para que la sociedad se aleje del excesivo consumo deazúcar, la gente debería estar mejor informada sobre las últimasevidencias científicas sobre este producto. Las intervenciones eficacesno pueden confiar exclusivamente en los cambios individuales, debe poner en marcha iniciativas que incidan en el entorno y en la comunidad engeneral, algo parecido a lo que se ha hecho con el alcohol y el tabaco,que incrementa las posibilidades de éxito.

En este sentido, muchas de las intervenciones que han reducido el consumo de alcohol y tabaco pueden ser modelos para encarar el problema del azúcar, como crear impuestos especiales sobre sus ventas, controlar el acceso a la misma o endurecer las condiciones para
permitir poner máquinas expendedoras y bares que venden productos con mucha azúcar en colegios y lugares de trabajo.

"No estamos hablando de prohibir", puntualiza Schmidt. "Estamos hablando de formas moderadas para hacer que el consumo de azúcar sea ligeramente menos oportuno", afirma. "Poder incrementar realmente las opciones de la gente para consumir alimentos que no esten
cargados de azúcar, más fáciles y baratos de conseguir". 
Muchos de nosotros solemos asociar el “consumo excesivo de azúcar” con pasarnos el día comiendo dulces, golosinas y bebidas azucaradas. Pero nada más lejos de la realidad, ya que no somos conscientes la cantidad de azúcar que consumimos al día. 
He aquí los alimentos habitualmente consumidos que contienen más azúcar:

Cacao soluble: Hablamos de cacao en polvo que solemos añadir a la leche para chocolatearla. Muchas veces se pasa por alto, pero lo cierto es que la cantidad de azúcar de este producto es casi tan alta como la del propio azúcar, no en vano éste es su principal ingrediente (junto con algo de cacao desgrasado). Esto supone que 2 cucharaditas de cacao
soluble nos aporten 15g de azúcar, una exageración por el simple hecho de dar algo de sabor a la leches.


Cereales del desayuno: Los cereales de desayuno, por más que algunos se empeñen, no son una opción realmente saludable porque su aporte de azúcar en algunas variedades puede llegar a ser de casi 50g por cada 100g de producto.

Galletas y bollería: Las galletas (por más que sean integrales, con soja, digestive…) y la bollería como madalenas, bizcochos y demás también contienen demasiada azúcar. En prácticamente todos los casos más de 20g de azúcar por cada 100g de producto.

Gaseosas, jugos y bebidas para deportistas: Aunque el agua es el elemento más abundante de las bebidas, el azúcar figura a menudo entre los primeros ingredientes y fija su valor energético. Los refrescos suelen ser los más azucarados. Una lata de refresco contiene el equivalente a tres sobres de azúcar, al igual que las bebidas de sabor menos dulce, como las tónicas. Las bebidas para deportistas experimentan un auge importante entre toda la población y, en particular, entre los niños que practican algún deporte. Sin embargo, el alto contenido en azúcares de estas bebidas no las hace recomendables para los pequeños, ya que se tienen que considerar como un refresco más y, por tanto, un dulce. Se ha comprobado que tomar este tipo de bebidas azucaradas entre horas es un hábito insano que predispone a la ganancia de peso, entre otros trastornos de salud.

Mermeladas: Las mermeladas comercializadas habitualmente tienen un 50% de azúcar y un 50% de fruta. Aunque una pequeña porción untada en pan de grano entero no supone un excesivo aporte de azúcares, la mejor alternativa será fruta fresca a la que no se le habrá añadido azúcar y además no habrá perdido nutrientes como la vitamina C al no haber sido expuesta a altas temperaturas.

Postres lácteos: Muchas veces camuflados tras el reclamo saludable de ser ricos en calcio, los flanes, natillas o incluso ciertos yogures pueden aportar más de 30g de azúcar por unidad, por lo que deberíamos acostumbrarnos a no consumir estos alimentos tan dulces y escoger los lácteos menos procesados y sin azúcar añadidos.

Salsas: Aunque generalmente las materias primas utilizadas hacen de las salsas un producto bastante grasiento, también suelen tener una cantidad apreciable de azúcar añadida como es el caso de muchas salsas comerciales o incluso de ciertos condimentos como la mostaza dulce o el kétchup.

Golosinas, chocolates y caramelos: Aunque generalmente las materias primas utilizadas hacen de las salsas un producto bastante grasiento, también suelen tener una cantidad apreciable de azúcar añadida como es el caso de muchas salsas comerciales o incluso de ciertos condimentos como la mostaza dulce o el kétchup.Las golosinas, chucherías o caramelos el contenido de azúcar es el mismo que el del propio azúcar, al tratarse de unos productos casi elaborados exclusivamente con azúcar, jarabes de azúcares y colorantes.

Consumir golosinas con frecuencia o en gran cantidad es una costumbre insana que propicia malas digestiones e hinchazón abdominal, alteración en la flora intestinal, mayor propensión a las diarreas o al estreñimiento y a las infecciones de hongos, bacterias y parásitos que, a su vez, generan una mayor ansiedad por ingerir azúcares.

La amplia gama de chocolates y productos que lo contienen (bombones, trufas, helados, cremas...) esconden un alto contenido en azúcar. En su mayoría, es el elemento más abundante, mucho más que el cacao que les da color, aroma y sabor. El abuso de dulces predispone, además, a la obesidad, la diabetes, la caries y los problemas cardiovasculares.

martes, 14 de julio de 2015

Los triglicéridos elevados

Triglicéridos elevados, ¿hay tratamiento natural?Los niveles elevados de triglicéridos, se asocian a una dieta con alto contenido de grasa y pueden producir enfermedad coronaria (corazón), especialmente si la elevación de los triglicéridos se acompaña de niveles disminuidos de lipoproteínas de alta densidad “HDL”, llamado también “colesterol bueno”.
Los niveles normales de triglicéridos en sangre, varían con el sexo y la edad de la persona. Las mujeres tienen normalmente niveles mayores que el hombre y la mujer embarazada puede presentar los triglicéridos elevados. A mayor edad y mayor peso, los triglicéridos se pueden elevar también.
Los niveles normales son cifras menores de 200 miligramos por decilitro. Niveles de 200 a 400 miligramos por decilitro son considerados en el limite superior.

Niveles de 400 a 1000 miligramos por decilitro son considerados “elevados” y mas de 1000 miligramos por decilitro “muy elevados”. Los niveles elevados pueden estar asociados a enfermedad del hígado (cirrosis), hipotiroidismo (bajo funcionamiento de la tiroides), diabetes sin controlar, pancreatitis (infección del páncreas), enfermedad de los riñones y a una dieta baja en proteína y elevada en carbohidratos y grasas.
 Niveles extremadamente bajos, menores de 10 miligramos por decilitro pueden estar asociados a mal nutrición, mal absorción de nutrientes por enfermedad del intestino delgado, hipertiroidismo y a una dieta totalmente sin grasa.

Un consejo importante si usted tiene los triglicéridos elevados, es comer una dieta baja en grasa y alimentos con bajo índice glicémico. No elimine por completo las grasa de su comida, ya que el cuerpo necesita grasa de buena calidad como los ácidos grasos esenciales, para su metabolismo normal. Elimine las frituras, cocine la carne al vapor, asada o al horno y trate de evitar la repostería que contiene mantequilla, manteca y mucha azúcar.

El índice glicémico es una medida arbitraria que se inicia con 100. Comidas que están en este rango o mayor, elevan la glusosa en sangre con mayor facilidad. Comidas en el rango de 70 son consideradas todavía como de elevado índice glicémico y algunas de ellas son: helados, papas (a excepción de la papa cruda por ejemplo), pan blanco, sandia.
Comidas en el rango “moderado” están entre 55 y 70 de índice glicémico y algunas de ellas son: casi todos las variedades de frijoles, vegetales cruciferos, cereales bajos en azúcar, toronja, manzana y tomates.
Otros consejos importantes para el paciente con los triglicéridos elevados es evitar las bebidas alcohólicas, que pueden elevar los triglicéridos y si está pasada de peso, trate de perder peso y hacer ejercicio regular como la caminata, que le ayudará mucho a disminuir los niveles de triglicéridos

¿Qué son los triglicéridos?

Los triglicéridos son el principal tipo de grasa transportado por el organismo. Recibe el nombre de su estructura química. Luego de comer, el organismo digiere las grasas de los alimentos y libera triglicéridos a la sangre. Estos son transportados a todo el organismo para dar energía o para ser almacenados como grasa.
El hígado también produce triglicéridos y cambia algunos a colesterol. El hígado puede cambiar cualquier fuente de exceso de calorías en triglicéridos.

¿Cuál es el nivel normal de triglicéridos?

Los niveles de triglicéridos varían con la edad, y también dependen de qué tan reciente ingirió alimentos antes del examen. La medición es más precisa si no se ha comido en las 12 horas previas al examen. El valor normal es de 150 miligramos por decilitro. Para quienes sufren problemas cardiacos, los niveles de esta sustancia deben ser inferiores a los 100 miligramos por decilitro.
Si el colesterol tiene un valor normal, un nivel elevado de triglicéridos no parece ser un factor de riesgo de enfermedad cardiaca, pero sí puede ser riesgoso al asociarse con diabetes y pancreatitis.

¿Cómo están asociados los triglicéridos al colesterol?

Cuando la persona come, los triglicéridos se combinan con una proteína en su sangre para formar lo que se llama lipoproteínas de alta y baja densidad. Estas partículas de lipoproteínas contienen colesterol. Para formar triglicéridos en el hígado el proceso es similar; el hígado toma los carbohidratos y proteínas sobrantes de la comida y los cambia a grasa. Esta grasa entonces se combina con proteína y colesterol para formar lipoproteínas de muy baja densidad, que son liberadas al torrente circulatorio.

¿Qué causa altos niveles de Triglicéridos?

Puede tener varias causas:
Exceso de peso: los triglicéridos aumentan generalmente a medida que aumenta el peso.
Consumo excesivo de calorías: Los triglicéridos se elevan a medida que se aumenta de peso o se ingieren demasiadas calorías, especialmente provenientes de azúcar y del alcohol. El alcohol: aumenta la producción de triglicéridos en el hígado.
Edad: los niveles de triglicéridos aumentan regularmente con la edad
Medicamentos: Algunas drogas como los anticonceptivos, esteroides, diuréticos causan aumento en los niveles de los triglicéridos.
Enfermedades: La diabetes, el hipotiroidismo, las enfermedades renales y hepáticas están asociadas con niveles altos de triglicéridos. Entre los grupos que deben vigilar con mayor cuidado su nivel de triglicéridos se encuentran los diabéticos y las mujeres después de la menopausia. Más de un 75% de los diabéticos tienen los niveles de triglicéridos altos y el 30% de las mujeres que han pasado por la menopausia sufren de este mismo problema.
Herencia: algunas formas de altos niveles de triglicéridos ocurren entre miembros de una misma familia.

¿Cuál es el tratamiento recomendado?
El tratamiento incluye:
Perder peso. Generalmente, cuando se pierde peso, se logran bajar los niveles de triglicéridos.
Controle su ingesta de carbohidratos y azúcar. Es importante disminuir la cantidad de carbohidratos consumidos (pan, arroz, frijoles, papa y verduras harinosas, pastas, cereales); preferiblemente optar por las opciones integrales. Además, ingiera menos cantidad de azúcar y de alimentos que contengan azúcar. Se recomienda reemplazar azúcar con edulcorante artificial. Es esencial consumir una cantidad adecuada de frutas y vegetales para proteger las arterias y el corazón
Disminuir el consumo de alcohol. Algunas personas son mas propensas a que el alcohol aumente la producción de triglicéridos por el hígado.
Disminuir el consumo de grasa total y saturada. Elija sus calorías provenientes de la grasa sabiamente: primero, es importante mantener la cantidad de grasa consumida al mínimo, y luego, es importante evitar el tipo de grasa de origen animal (mantequilla, natilla, helados de crema, lácteos enteros, carnes muy grasosas, piel del pollo) y el tipo de grasa llamado trans (este se encuentran en productos parcialmente hidrogenados). El comer pescado 2-3 veces a la semana, ya que el aceite de pescado (Ej. Salmón) reducen los niveles de triglicéridos.
Si con estas medidas y cambios en hábitos alimenticios no disminuyen los niveles, se inicia tratamiento con medicamentos tipo ácido nicotínico y Gemfibrozil. Se debe advertir si sufre de enfermedades hepáticas, diabetes, gota, úlceras, arritmias cardiacas en caso de tomar ácido nicotínico.

¿Cuál es la dieta adecuada para disminuir los niveles elevados de triglicéridos?

Numerosos estudios han demostrado que la dieta o la alimentación afecta de manera significativa la utilización de las grasas por el organismo, y que la cantidad de éstas en la sangre se relaciona directamente con el riesgo de sufrir un infarto al corazón por falta de irrigación sanguínea.
Dentro de la población existen muchas personas con mayor probabilidad de tener niveles de triglicéridos altos, ya sea por presentar alteraciones genéticas del metabolismo de los lípidos o por la coexistencia de otros factores de riesgo como hipertensión arterial, tabaquismo, diabetes mellitus o por haber padecido previamente un episodio coronario.

Contenido calórico de la dieta

El contenido calórico de la dieta influye sobre la cantidad de lípidos en la sangre, habiéndose demostrado que las dietas hipercalóricas, o altas en calorías, estimulan la producción hepática de triglicéridos y del colesterol-LDL (colesterol malo). Asimismo se ha demostrado que las dietas hipocalóricas, o bajas en calorías, producen un descenso del colesterol y triglicéridos y provocan un aumento del colesterol-HDL (colesterol bueno).
Un elevado porcentaje de personas con triglicéridos altos tiene sobrepeso u obesidad, por lo que contiene un balance calórico negativo para mejorar su situación.

Colesterol

Una ingesta elevada de colesterol en la dieta produce hipercolesterolemia, o colesterol alto, y enfermedades cardiovasculares, como la ateroesclerosis. La absorción intestinal de colesterol es de alrededor de un 40%. Existen unos límites en la cantidad de colesterol dietético para que se produzcan variaciones en la cifra de colesterolemia. Cifras inferiores a 100 mg/día no producen elevaciones, existiendo a partir de esta cifra una relación lineal entre el colesterol de la dieta y sus niveles en sangre. El límite superior se situaría entre los 500-700 mg/día de colesterol, por encima del cual los aumentos de la ingesta de colesterol no producirían modificaciones en los niveles de colesterolemia.
La mayoría del colesterol de la dieta procede de productos animales, ya que las plantas no contienen colesterol. Los alimentos más ricos en colesterol son los huevos y las vísceras. Algunos mariscos tienen un contenido relativamente alto de colesterol. Las carnes animales no suelen tener cantidades importantes de colesterol, pero como representan una proporción importante de la dieta en los países desarrollados, suponen una considerable contribución al colesterol de la dieta. Se calcula que, aproximadamente, un tercio de la ingesta diaria media de colesterol en los países desarrollados procede de la carne, otro tercio de los huevos y el tercio restante de las grasas animales (incluyendo leche y derivados lácteos).

Grasas

Las grasas de la dieta están constituidas casi exclusivamente por triglicéridos, y en algunas personas puede contribuir hasta un 35-40 % del consumo calórico total. Para disminuir los triglicéridos, es importante disminuir el aporte total de grasa, preferiblemente en un 25-30%.
Ya que los ácidos grasos que forman las grasas tienen una influencia importante sobre el metabolismo lipídico, se debe indicar, con especial enfásis, el tipo de ácidos grasos que se deben ingerir para lograr beneficios. Estos ácidos grasos naturales de importancia nutritiva se clasifican en tres tipos: la grasa saturada (la más dañina para el organismo), la grasa monoinsaturada y la grasa poliinsaturada (estas últimas son insaturadas y beneficiosas para el organismo).
Químicamente hablando, estas grasas son grasas que no tienen enlaces dobles en sus átomos y son de cadena corta, lo que quiere decir que tienen pocos carbonos en su composición química. Esto hace que generalmente sean sólidas a temperatura ambiente, con excepciones como el aceite de palma o el aceite de coco porque éstos también son ácidos grasos de cadena corta.
Por el contrario las grasas insaturadas tienen uno o más enlaces y son de cadena media o larga porque tienen más carbonos en su composición, lo que las hace generalmente líquidas a temperatura ambiente.

Grasas saturadas: Distintos estudios indican que la grasa saturada eleva los niveles de triglicéridos y colesterol sérico. La prevención y el tratamiento de la los triglicéridos altos requiere de una disminución del contenido de grasas saturadas de la dieta.
Todas las grasas animales, con excepción de las procedentes del pescado, son saturadas, por lo que es preferible limitar su consumo. Elimine la piel del pollo, y consuma carne de res o cerdo muy ocasionalmente, tratando de que se consuman únicamente los cortes magros. Por otro lado, los productos lácteos elaborados con leche entera y los productos de repostería industrial que contienen grasas de origen animal. Para esto se puede optar por los lácteos descremados, como la leche y el yogur, y sustituir la repostería por otros alimentos bajos en grasa saturada. En cuanto a los aceites, se tiene por única excepción los aceites de palma y coco, que como antes se mencionó, son ricos en grasa saturada. Es también el que se usa para hacer manteca vegetal.

Grasas monoinsaturadas: El principal tipo de grasa monoinsaturada es el ácido oleico. El alimento con mayor contenido es el aceite de oliva (65-80%). Algunos estudios han comprobado que las dietas ricas en ácido oleico elevan el colesterol-HDL, y reducen la tasa de colesterol-LDL, por lo que cada vez se están utilizando más como sustituto de la grasa saturada.

Grasas poliinsaturadas: Se encuentran ampliamente distribuidos en la mayoría de los aceites vegetales utilizados en la alimentación (maíz, canola, girasol), y en los pescados. Las recomendaciones dietéticas para la prevención de enfermedades cardiovasculares y el tratamiento de las hiperlipidemias aconsejan que los ácidos grasos poliinsaturados aporten un 10% de las kilocalorías totales de la dieta.

Carbohidratos

¿Que es un carbohidrato? Los carbohidratos son uno de los nutrientes de mayor importancia en la dieta. Pueden clasificarse en: carbohidratos simples, o azúcares simples como el azúcar de mesa, el azúcar de las frutas o el azúcar de la leche; o carbohidratos compuestos, que se encuentran en el pan, las pastas, el arroz y los frijoles.
Es un hecho conocido, que las dietas con un alto contenido de carbohidratos elevan los niveles de triglicéridos por un aumento de la síntesis hepática de triglicéridos. Conviene en este caso reducir la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos simples, como el azúcar, además de consumir porciones más pequeñas de pan, arroz, pastas, papa y otros alimentos altos en carbohidratos.

Fibra

La fibra se compone de diversos compuestos, como la celulosa y la pectina, que el organismo es incapaz de digerir. Se encuentran fundamentalmente en las verduras y hortalizas (sobre todo si están crudas, como en las ensaladas), las leguminosas (frijoles negros, blancos, lentejas, garbanzos), cereales integrales y las frutas. Se recomienda consumir al menos 30 gramos diariamente, y es fundamental acompañar las comidas ricas en fibra con uno o dos vasos de líquido.

Proteínas

Las proteínas son los nutrientes constructores de los músculos en el cuerpo, y están compuestas de aminoácidos. Pueden obtenerse de fuentes animales, como la carne, pollo, pescado, cerdo, pavo, así como de sus derivados: lácteos y huevos. Los cereales y vegetales pueden tener pocos aminoácidos o proteína, pero no son alimentos de buena calidad proteica. No se ha demostrado que las proteínas en sí modifiquen de forma significativa las concentraciones de lípidos plasmáticos. Sin embargo, los alimentos del grupo de las carnes son altos en proteína, y se puede más bien optar por "paquetes de proteína" que sean bajos en grasa saturada y colesterol, como se mencionó anteriormente.

Alcohol

El consumo excesivo de alcohol es una de las causas más frecuente de triglicéridos altos de causa secundaria. El consumo de bebidas alcohólicas supone un aporte de 7,1 calorías por gramo de alcohol etílico, sin ningún valor nutritivo, y contribuyendo fuertemente a la obesidad. Es por esto que en personas con tendencia a los triglicéridos altos, se recomienda la restricción total de su consumo.