Además de su efecto saciante y su función
como principal sustancia depurativa del organismo, estudios
recientes constatan que un aporte de agua extra a las
recomendaciones de ingesta diarias previene la retención
de líquidos y ayuda a gastar más calorías
durante el día.
El agua es un nutriente esencial que constituye más de
la mitad de la masa corporal total (el 60% en el hombre adulto
y el 54% en la mujer). El cuerpo de un bebé prematuro está
formado por un 80% de agua, porcentaje que disminuye con la edad
y que llega hasta al 45% del peso corporal total en las personas
mayores.
“Muchas veces, el hambre y los antojos son simplemente un
signo de sed.”
No hay otra sustancia tan ampliamente involucrada en diversas
funciones orgánicas como el agua. Todas las reacciones
químicas de nuestro cuerpo tienen lugar en un medio acuoso,
por lo que contribuye al buen funcionamiento de todas las células
del organismo.
Actúa
como transportador de nutrientes y otras sustancias en el sistema
circulatorio, es vehículo para excretar productos de desecho
y eliminar toxinas (a través del sistema cardiovascular,
el renal y el hepático) y, además, lubrica y proporciona
soporte estructural a los tejidos y a las articulaciones.
Otra función destacada del agua es el papel que juega en
la termorregulación. La elevada capacidad calorífica
del agua permite que nuestro organismo, con más de un 50%
de agua en su composición, sea capaz de intercambiar calor
con el medio exterior (coger o ceder) minimizando las variaciones
de temperatura, que podrían ser fatales para el funcionamiento
de los órganos vitales.
- El agua no tiene ninguna grasa - en comparación con los milkshakes gruesos
- El agua no tiene ninguna caloría - en comparación con té helado
- El agua no tiene ninguna azúcar - en comparación con las bebidas no alcohólicas
- El agua no tiene ningún cafeína - en comparación con el café
Muchas personas a las que se les hinchan las extremidades y abdomen,
piensan que reducir la ingesta de agua les ayudará a prevenir
la retención de líquidos.
Por paradójico que parezca, la reacción del cuerpo
ante una falta de ingesta de agua es la retención hídrica.
La retención de líquidos aparece en ciertas situaciones
fisiológicas como el embarazo, la menopausia, en los días
antes de la menstruación y también en muchas enfermedades
cardíacas, renales o hepáticas, entre otras. Siempre
se manifiesta como una hinchazón de los tejidos blandos,
debido a la acumulación de líquidos especialmente
en dichas zonas.
El
agua está distribuida en el organismo en tres grandes compartimentos,
intracelular (dentro de las células), intravascular (se
encuentra dentro de los vasos sanguíneos) e intersticial
(se encuentra entre ambos, o sea, en los tejidos alrededor de
las células).
Todos
estos compartimentos están separados los unos de los otros
por una membrana semipermeable que permite el paso de líquidos
y ciertos componentes de los mismos. La retención hídrica
se produce cuando existe un desequilibrio entre las fuerzas que
regulan el paso de los líquidos de un compartimento a otro.
Las
personas obesas o con sobrepeso pueden sufrir una retención
de líquidos por trastorno circulatorio. La retención
de líquidos es uno de los factores ocultos del aumento
de peso.
Las
causas pueden ser de estilo de vida (sedentarismo), fluctuaciones
hormonales (embarazo, lactancia, premenstruación), desequilibrio
en la ingesta de bebidas o enfermedades como cirrosis, insuficiencia
cardiaca, hipertensión arterial, cáncer o desnutrición.
También son causa de retención hídrica los
procesos inflamatorios y alérgicos, así como la
toma de algunos medicamentos como corticoides, antiinflamatorios
o anticonceptivos orales.
Finalmente,
las personas obesas o con sobrepeso pueden sufrir una retención
de líquidos por trastorno circulatorio, debido al enlentecimiento
del retorno sanguíneo y linfático por exceso de
peso, principalmente.
El papel fisiológico del agua en el adelgazamiento y en
el mantenimiento de la línea tiene lugar a distintos niveles.
El agua puede ayudar a adelgazar no sólo porque previene
y reduce la retención de líquidos. Es algo que se
evidencia en un estudio publicado en la revista 'The Journal of
Clinical Endocrinology and Metabolism', en el que se asegura que
beber medio litro de agua aumenta el gasto metabólico en
un 30% después de 30 ó 40 minutos de haberla ingerido.
Según
el trabajo, el 40% de este efecto termogénico está
originado por el necesario calentamiento del agua en el aparato
digestivo, que varía de 22 a 37ºC. Asimismo, se observó
cómo la energía para este cambio de temperatura
en los hombres provino de las grasas, en contraste con las mujeres,
que para este mismo fin utilizaron sobre todo los carbohidratos
como fuente energética.
Beber
dos litros de agua al día supuso un aumento del gasto total
diario de aproximadamente 100 kilocalorías. Estos resultados
sugieren que el efecto termogénico del agua debe ser considerado
cuando se realizan tratamientos de adelgazamiento, si bien se
precisan más estudios que corroboren y contrasten esta
interesante teoría.
”Hay alimentos que pueden contener hasta un 90% de agua.
La fruta, por ejemplo, tiene un alto contenido en agua y es un
perfecto sustituto de postres y tentempiés. Ten siempre
a mano una gran variedad de frutas - manzanas, plátanos,
papayas, kiwis, pomelos, etc...
Una ingesta elevada de líquido no presenta normalmente
problemas fisiológicos en una persona sana porque el exceso
se elimina con facilidad y de una manera rápida por los
riñones. Por el contrario, una ingesta baja puede generar
graves problemas de salud.
La hipohidratación se corrige con una ingesta mayor de
agua a través de los alimentos y bebidas, mediada por la
sensación de sed, efectivo mecanismo de nuestro cuerpo
que nos recuerda la necesidad de beber tras periodos de bajo aporte
de líquidos. Los efectos de no beber suficiente son, entre
otros, la disminución del tono muscular, peor digestión
y absorción de los nutrientes, el aumento de la concentración
de sustancias tóxicas en el organismo y la temida retención
de líquidos.
Beber
algunos vasos más de agua de los recomendados diariamente
es beneficioso y ayuda a sentir ligereza, pero el aporte ha de
ser moderado.
Beber
agua en exceso mientras se hace una dieta hipocalórica
o mal planteada puede provocar desequilibrio hidroelectrolítico
en el organismo. Dicho desequilibrio conlleva el riesgo de sufrir
hiponatremia (desequilibrio en la concentración plasmática
de sodio), lo que puede producir serios problemas cardíacos.
Incluso hay personas que hacen un consumo exagerado y desproporcionado
de agua.
Estos
casos de ingesta excesiva de agua pueden deberse también
a un trastorno con nombre, la potomanía, que puede ser
síntoma de un desequilibrio psiquiátrico, ya que
tiene aspectos en común con otros trastornos del control
de los impulsos
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