Millones
de personas tienen como principal objetivo poder
adelgazar. Por lo general, luego de unos pocos
meses de régimen de dieta, la mayoría
descubre que poder bajar de peso es un ideal difícil
de conseguir.
Por
lo general, luego de unos pocos meses de régimen
de dieta, la mayoría descubre que poder bajar
de peso es un ideal difícil de conseguir en la
vida.
De manera que es conveniente centrar la atención
tanto en el peso como en el volumen y, para conseguirlo,
no se trata de reducir esos kilos de más rapidamente,
sino de aprender a adelgazar. La alianza entre la voluntad
y la ciencia es fundamental para perder grasa corporal,
ya que el éxito está en la disciplina.
La alimentación es una función cerebral
compleja que comprende aspectos químicos, fisiológicos,
psicológicos, emocionales, culturales y educacionales.
Cualquier dieta hipocalórica estándar,
limita el acto de alimentarse en muchos de estos aspectos
no sólo a nivel cuantitativo, sino también
cualitativo. Una dieta disociada, hiperproteica o cualquier
otra dieta milagro rompe con la cultura inmersa en los
hábitos alimentarios de cada individuo.
Por
este motivo, vale la pena aprender a adelgazar de forma
individual, a tarvés de una dieta sana y equilibrada,
en donde las herramientas saludables nos sirvan para
utilizarlas a lo largo de los años. Comer bien
adelgaza y comer mal engorda, puesto que la clave reside
en adelgazar sin renunciar al placer de platos ligeros
y sabrosos que puedan compartirse con el resto de comensales,
sin tener que estar «de régimen»
la mitad de la vida.
Conviene perder la grasa corporal y el exceso de líquidos
atendiendo a las recomendaciones de la Organización
Mundial de la Salud, de forma paulatina y lentamente
(de 500 gramos a 1 kilo por semana). El hecho de tomar
menos kilocalorías diarias no es suficiente para
conseguir la meta. La energía proveniente de
los alimentos debe distribuirse en cuatro o cinco ingestas
diarias para mantener a raya la glucemia e impedir que
el exceso de glucosa se transforme en grasas inoportunas.
Además, es fundamental comer lentamente, ya que
así se mejora la digestibilidad de los alimentos,
generando una sensación de saciedad en el cerebro;
que asu vez también permite conseguir un gran
beneficio psicológico al respetar el ritmo de
un acto con el que se debe disfrutar.
Toda pérdida de peso corporal debe sustentarse
en tres puntos básicos: alimentación equilibrada
e hipocalórica, ejercicio físico continuado
y una relación saludable con la comida.
Lo básico, es seguir una pauta dietética
coherente que asegure un aporte nutricional suficiente
y que no sea muy distinta a lo que comemos de forma
habitual en casa. Comenzar las comidas y las cenas con
un caldo de verduras o un vaso de agua ayuda a ocupar
espacio en el estómago sin reportar calorías,
de manera que habrá menos sitio para el resto
de los alimentos y así llegará antes la
sensación de saciedad.
Es interesante que el plato de comidas y cenas incluya,
al menos, un alimento rico en hidratos de carbono (patatas,
legumbres, pasta, arroz o pan), otro rico en proteínas
(carnes, pescados o huevos) y una verdura o una ensalada
para aportar fibra al organismo, así como vitaminas
y minerales indispensables para el buen funcionamiento
orgánico. Para los postres, una fruta de estación
o un lácteo desnatado, aportarán los nutrientes
necesarios para hacer que la comida y la cena sean equilibradas.
Ayuda
profesional
La obesidad es un aumento del peso corporal por acumulación
anormal de grasa, que supera el peso ideal teórico
(relación talla-peso) a consecuencia de un desequilibrio
entre la formación y la utilización de
grasa en el organismo. Se trata de una enfermedad que
presenta síntomas concretos y que supone un gran
riesgo sanitario.
Las estadísticas que salen a la luz desde múltiples
organismos acreditados a nivel de salud pública,
indican que la vida de las personas obesas y aquellas
que padecen sobrepeso, es significativamente menor a
la de las que presentan un peso normal.
A
esto se suma que la mortalidad por diabetes, cirrosis
hepática, apendicitis, litiasis biliar y accidentes
cardiovasculares es prácticamente el doble de
alta en las personas con exceso de peso. Por todos estos
motivos, es necesaria la ayuda de un equipo interdisciplinar
que diagnostique las causas concretas de la obesidad
o el sobrepeso y que determine terapéuticamente
la dieta que debe realizar el individuo que tiene que
adelgazar.
En el área de la alimentación, el nutricionista
es el profesional que se encarga del entrenamiento dietético
y del diseño de una herramienta alimentaria individualizada.
Por otro lado, no se debe olvidar que la causa de sobrepeso
y obesidad es, en un alto porcentaje de casos, una relación
insana con la alimentación, de origen psicológico
(vivencia de tensión) o psicopatológico
(trastornos de la conducta alimentaria). En estos casos,
además de la ayuda del médico y del nutricionista,
se requiere orientación psicológica y
psiquiátrica.
Peso
y volumen corporal
Adelgazar es cuestión de que tanto la aguja de
la báscula como la hebilla del cinturón
se vayan desplazando hacia la izquierda, es decir, es
un proceso que requiere bajar de peso y también
de talla, sobre todo de perímetro abdominal.
Además de eliminar grasa y azúcares de
la dieta, para disminuir el volumen corporal, conviene
hacer cambios en la cocina, sustituyendo la sal por
otras opciones que aderecen platos como el limón,
las hierbas aromáticas, el vinagre y las especias.
También, conviene beber al menos dos litros de
agua al día, ya que así se ayuda al trabajo
renal y se evita la retención de líquidos.
Por otro lado, la sensación de hinchazón
del abdomen en períodos de adelgazamiento, durante
los cuales se comen más vegetales, puede deberse
a problemas de flatulencia.
Las
verduras más flatulentas son la lechuga, la alcachofa,
las coles, el brócoli, el pepino, la cebolla
y los rábanos. Se debe prescindir de estas verduras
puntualmente hasta observar menos hinchazón
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