Al parecer, algunas personas
sedentarias pasan más tiempo que otras reclinadas
en sus sillas o sillones. Y esa diferencia podría
ser clave para determinar quién va a aumentar
de peso y quién va a mantenerse esbelto.
Los
investigadores de la Clínica Mayo creen que no son los
viajes al gimnasio, sino el ritmo de las actividades diarias lo
que constituye el factor determinante para fijar el peso de cada
persona, según un pequeño estudio de personas que
se describieron a sí mismas como sedentarias.
Los
científicos hallaron que las personas obesas estudiadas
se sentaban durante unos 150 minutos diarios más que las
personas delgadas que participaron en el estudio. Ello implicaba
que las primeras quemaban unas 350 calorías menos que las
segundas.
Los
investigadores tuvieron en cuenta el papel que desempeñan
actividades rutinarias como caminar, hablar, sentarse y pararse.
Si
los sujetos con exceso de peso pudiesen adoptar la conducta de
sus homólogos delgados, ello implicaría una pérdida
de unos 15 kilos al año, dijo el estudio. Y no sería
necesario siquiera ir al gimnasio para conseguir esa rebaja de
peso.
"Creo
que nuestro estudio es un rayo de esperanza, porque hace 50 años
nuestras condiciones biológicas eran las mismas, pero la
obesidad no era prevaleciente en Estados Unidos", dijo el
director del estudio, el endocrinólogo James Levine.
"Si
pudiéramos volver a los niveles de actividad de hace 50
años, tendríamos el potencial de dar marcha atrás
en cuanto a la obesidad", agregó.
El
déficit de actividad de los participantes sedentarios no
reflejaba necesariamente una falta de motivación, dijo
Levine. En lugar de ello, podría ser indicio de una diferencia
en la composición química del cerebro, porque incluso
cuando los obesos perdieron peso, continuaban llevando una vida
sedentaria. Y cuando los delgados aumentaron de peso, no por ello
adoptaron costumbres sedentarias.
Los
investigadores estudiaron diez sujetos medianamente obesos y diez
delgados, y los vistieron con una ropa interior especial que utilizaba
una tecnología desarrollada para los tableros de control
de los aviones a reacción.
Detectores
distribuidos por esa ropa interior registraron las posturas y
movimientos de los sujetos las 24 horas del día durante
diez días.
Los
voluntarios continuaron llevando sus vidas normales salvo que
ingirieron todas sus comidas en un hospital de Rochester y se
aseguraron de no dejar comestibles -- calorías -- en sus
platos.
En
la fase siguiente, los investigadores aumentaron 1.000 calorías
diarias en las comidas de los voluntarios delgados durante 10
días más, de modo que pudiesen aumentar de peso,
al tiempo que eliminaban mil calorías diarias de los obesos,
para que pudiesen rebajar.
El
estudio, publicado en la revista Science, se basó en los
datos compilados acerca de los diferentes niveles de actividad
entre los participantes gordos y delgados.
Para mantener la figura no sólo sirven los ejercicios aeróbicos.
Científicos estadunidenses afirman que el secreto radica
en modificar las actividades cotidianas: subir escaleras en lugar
de usar el elevador, lavar a mano los platos en lugar de usar
el lavavajillas, caminar en lugar de ir en automóvil o
autobús.
El
cuerpo quema calorías cuando marca un ritmo con los pies,
aseguran James Levine y colegas de la Clínica Mayo de Rochester,
en Minnesota, en la revista científica Science (volumen
307, página 584) en su edición de mañana
viernes.
El
equipo de investigadores realizó un experimento con diez
personas de peso normal y otras diez que tenían un leve
sobrepeso, a quienes les colocaron sensores en el cuerpo. Estos
artefactos registraban todo movimiento, por más pequeño
que fuera, durante todo el día.
Todos
los participantes tenían empleos en los que debían
permanecer sentados. Durante los diez días que duró
la experiencia realizaron sus actividades normales, salvo que
comían en la clínica, para garantizar que todos
consumieran porciones iguales con la misma cantidad de calorías.
El
análisis de un total de 150 millones de datos mostró
que las personas más delgadas estaban "en movimiento"
un promedio de 150 minutos por día más que las que
tenían sobrepeso. Esta diferencia hacía que diariamente
quemasen 350 calorías más, explicó Levine.
Como
unidad de medida para un metabolismo más activo, el equipo
utilizó el concepto Non-Exercise Activity Thermogenesis
- NEAT - (Quema de calorías por actividades no deportivas).
En
una fase posterior del estudio, los científicos demostraron
así que las personas sedentarias hacen menos actividad
física por naturaleza y no como consecuencia de su peso.
Pusieron
a dieta a las 10 personas con sobrepeso, mientras que los más
delagados tenían que ingerir mil calorías más
por día.
A
pesar de bajar de peso, las personas con sobrepeso no se vieron
estimuladas a realizar ejercicios físicos.
En
cambio, las personas más delgadas continuaban moviéndose
más, a pesar de haber subido unos kilos, y de esta manera
crearon las condiciones para bajar nuevamente de peso.
Aquí te damos 7 razones de por
qué funciona:
Caminar
quema calorías. Por ejemplo una persona que pesa aproximadamente
75 kilogramos y camina un kilómetro en 9 minutos, quemará
un promedio de 550-800 calorías en una hora. Estas calorías
son comparables a una comida regular.
Caminatas regulares aumentan tu ritmo metabólico. Es conocido el hecho de que una caminata cinco veces a la semana por 30 minutos a una intensidad de moderada a vigorosa aumenta tu ritmo metabólico. Este aumento en el metabolismo dura varias horas después del ejercicio, por lo que se continua quemando calorías a una velocidad más rápida aún después de terminada la caminata y estando relajado.
Una caminata puede actuar como supresor del apetito. Primero, esto se debe al aumento de la producción de una sustancia química llamada serotonina, la cual cuando alcanza cierta concentración en el cerebro suprime el apetito. Segundo, el caminar aumenta los niveles de una hormona llamada noradrenalina, que no solo aumenta el ritmo metabólico, sino que también inhibe el apetito. Al mismo tiempo, aumenta los niveles de adrenalina que son útiles para movilizar la grasa de las células que son quemadas por la energía del ejercicio.
Las caminatas aumentan tu tejido muscular. Caminatas regulares aumentan la proporción de peso músculo en todo el cuerpo. Mientras que un kilo de músculo es menor y más compacto que un kilo de grasa. Tu cuerpo lucirá más firme, liso y moldeado.
Las caminatas reducen el factor de sobrealimentación. Muchas personas se sobrealimentan por razones que nada tiene que ver con el hambre, el stress, el aburrimiento, depresión, soledad, etc. Es conocido que un programa de ejercicio puede ayudar a reducir o aliviar por completo estos factores.
Las caminatas aumentan la autoestima. También dan una sensación de “bien estar”, y esto induce a los caminadores a tener una motivación para mantenerse en un peso correcto y alimentarse sanamente, porque se sienten mejor consigo mismos. Una persona con una buena autoestima, tiene más posibilidades de dejar de comer compulsivamente.
Caminar ayuda a acelerar el tiempo del transito intestinal. Algunas investigaciones y médicos creen que los ejercicios aeróbicos ayudan a que los alimentos permanezcan menos tiempo en el estómago y los intestinos, por lo que hay menos tiempo para que las calorías y la grasa sean absorbidas.
Para que estés bien
Caminatas regulares aumentan tu ritmo metabólico. Es conocido el hecho de que una caminata cinco veces a la semana por 30 minutos a una intensidad de moderada a vigorosa aumenta tu ritmo metabólico. Este aumento en el metabolismo dura varias horas después del ejercicio, por lo que se continua quemando calorías a una velocidad más rápida aún después de terminada la caminata y estando relajado.
Una caminata puede actuar como supresor del apetito. Primero, esto se debe al aumento de la producción de una sustancia química llamada serotonina, la cual cuando alcanza cierta concentración en el cerebro suprime el apetito. Segundo, el caminar aumenta los niveles de una hormona llamada noradrenalina, que no solo aumenta el ritmo metabólico, sino que también inhibe el apetito. Al mismo tiempo, aumenta los niveles de adrenalina que son útiles para movilizar la grasa de las células que son quemadas por la energía del ejercicio.
Las caminatas aumentan tu tejido muscular. Caminatas regulares aumentan la proporción de peso músculo en todo el cuerpo. Mientras que un kilo de músculo es menor y más compacto que un kilo de grasa. Tu cuerpo lucirá más firme, liso y moldeado.
Las caminatas reducen el factor de sobrealimentación. Muchas personas se sobrealimentan por razones que nada tiene que ver con el hambre, el stress, el aburrimiento, depresión, soledad, etc. Es conocido que un programa de ejercicio puede ayudar a reducir o aliviar por completo estos factores.
Las caminatas aumentan la autoestima. También dan una sensación de “bien estar”, y esto induce a los caminadores a tener una motivación para mantenerse en un peso correcto y alimentarse sanamente, porque se sienten mejor consigo mismos. Una persona con una buena autoestima, tiene más posibilidades de dejar de comer compulsivamente.
Caminar ayuda a acelerar el tiempo del transito intestinal. Algunas investigaciones y médicos creen que los ejercicios aeróbicos ayudan a que los alimentos permanezcan menos tiempo en el estómago y los intestinos, por lo que hay menos tiempo para que las calorías y la grasa sean absorbidas.
Para que estés bien
Para
que puedas gozar de todos estos beneficios no es necesario participar
en maratones, basta con caminar 30 minutos diarios, cinco veces
a la semana
Animo bamos caminando pasos firmes agamos equipo por una nutricion sana
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