viernes, 25 de mayo de 2012

La comida rapida, ¿realmente engorda?

Según estudios recientes, la composición nutricional de la "comida chatarra" nos alienta a consumirla, incrementando el riesgo de la obesidad.
 
Expertos del Consejo de Investigación Médica en Gran Bretaña hallaron que la mayoría de la comida rápida tiene una densidad calórica muy alta, con lo cual basta ingerir una porción mínima para subir los niveles de calorías en el cuerpo.
Los médicos concluyeron que este tipo de alimentos altos en energía engañan a la gente haciéndolas consumir más calorías de las que requieren.
Esta investigación está publicada en la "Revista de la Obesidad". Una comida "basura", alta en energía tiene de una a dos veces más calorías que una cena tradicional.
Los investigadores concluyeron que una dieta abundante en comida rápida incrementa el riesgo de obesidad de una persona, aun cuando ésta crea que las porciones que ingiere son más reducidas que si comiese una merienda normal.

Habilidad subconsciente
Andrew Prentice, catedrático en la Escuela de Higiene y Medicina de Londres, dijo que "todos tenemos una habilidad innata para reconocer alimentos con una densidad energética alta".
"Existe la tendencia- agregó- a evaluar los alimentos que ingerimos por el tamaño de la porción, sin embargo una comida rápida tiene más calorías que una comida saludable de igual tamaño".
Según el especialista: "Nuestros cuerpos no están diseñados para tolerar alimentos de alta densidad calórica y eso está contribuyendo al incremento en los casos de obesidad".

Prentice resaltó el efecto que una dieta alta en calorías tiene en los niños. "Los niños no han desarrollado aún ninguna capacidad de restricción dietética como cualquier adulto que quiera mantenerse en forma en el mundo moderno".

Poca variedad
La doctora Susan Jebb, del Centro de Investigación de la Nutrición, en Londres, afirmó que "en muchos lugares la variedad que se ofrece es tan limitada que es casi imposible seleccionar una combinación de alimentos con un contenido calórico moderado".
"Uno tendría -dijo- que comer una minúscula parte de la porción ofrecida para evitar ingerir más de la energía y grasas necesarias".
Jebb añadió: "Las compañías productoras de comida rápida podrían tener un papel más activo en la prevención de la obesidad si adoptaran una actitud positiva hacia una dieta saludable vendiendo comida de bajo contenido energético".
La doctora Jebb mencionó que las comidas precocidas que ofrecen los supermercados también tienen un alto contenido calórico. "Las investigaciones han demostrado una y otra vez que para mantener un peso saludable -aseveró- debemos comer alimentos con menos grasa 

 ¿Qué tipo de productos ofrecen?
Los productos de fast food se pueden clasificar en dos grupos: los de influencia y características anglosajonas: como hamburguesas, salchichas y patatas fritas acompañadas de salsas diversas (mayonesa, mostaza, ketchup), y los de procedencia mediterránea: como pizzas, bocadillos, tapas y kebabs (pinchos de carne adobada de origen árabe envueltos en pan de pita y acompañados de vegetales y salsas de yogur).
Por sus características nutricionales, la comida rápida de estilo mediterráneo o árabe se puede considerar más saludable que la de estilo sajón.
Dentro de este tipo de productos no hay que olvidar platos típicos de otros países que constituyen una novedosa forma de comida rápida, como los burritos mexicanos o la comida china, además de la amplia gama de productos precocinados (lasañas, canelones, paellas, empanadillas, croquetas), cada vez más demandados por los consumidores.
Dado lo heterogéneo de estos productos no es fácil determinar un valor nutritivo representativo. Sin embargo, todos tienen algo en común: una elevada densidad energética debido a su alto contenido en grasa (en especial grasa saturada y colesterol) e hidratos de carbono (pan, pita, base de pizza, tortitas). Y si bien es cierto que aportan proteínas de calidad (huevos, carnes, pescados, quesos), se quedan cortos de fibra, vitaminas y minerales, excepto en sodio (sal). Y no hay que olvidar que el número de calorías que ingerimos aumenta, y mucho, si la comida se acompaña de patatas fritas, bollería y refresco o bebida alcohólica.

El abuso del fast food
El consumo de este tipo de comida no supone ningún inconveniente para la salud siempre que no se convierta en un hábito ni sustituya a alimentos básicos. Pero lo que está ocurriendo es que cada vez más personas los incluyen como base de su dieta, sin ser conscientes de los peligros nutricionales que ello conlleva.

Excesiva energía
Con tan sólo una comida fast food se ingiere más de la mitad de la energía diaria necesaria. Si a ello añadimos la energía aportada por el resto de comidas del día, el contenido energético de la ingesta total se dispara y se favorece el exceso de peso.

Demasiada grasa y colesterol
Las grasas saturadas -en exceso tienden a aumentar los niveles de colesterol en sangre- y el colesterol son abundantes en estos productos debido a las salsas a base de huevo, mantequilla, nata, manteca y otros ingredientes grasos que se emplean en su elaboración, y a los aceites de coco y palma que se usan en la fritura.

Digestiones difíciles
En la mayoría de las ocasiones los alimentos están fritos, empanados o rebozados, por lo que se enriquecen en grasa, que calentada resulta aún más indigesta.
 
Abundantes aditivos
En general, estos productos contienen más sal que los que se preparan en casa, en parte porque el sodio se utiliza como conservante. Además, para conseguir el aspecto deseado en cuanto a color, olor, sabor y textura llevan añadidos conservantes, colorantes, antiapelmazantes, estabilizantes, etc. Estos platos suelen incluir condimentos fuertes o aditivos que potencian el sabor y que estimulan el apetito y, con el tiempo, alteran la percepción del sentido del gusto y crean hábito

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