viernes, 15 de abril de 2011

Buen Humor con Nutrición y Balance Hormonal

lLa mayoría de las personas experimentarán al menos un episodio de depresión en el transcurso de sus vidas, generalmente ligado a episodios de trauma, estrés, enfermedad o la pérdida de un ser querido. 
 
Analizaremos la "Depresión Clínica", en que el paciente no puede relacionar el sentirse deprimido, con ninguno de los puntos mencionados en el párrafo anterior. Aunque su vida no tenga mayores problemas, siente que nada tiene sentido, no puede sentirse feliz o satisfecho, no importa cuantas cosas buenas tenga a su alrededor. Puede manifestarse como irritación con la menor cosa, constante mal humor y el deseo de apartarse de la vida social. El paciente con depresión, usualmente tiene grandes problemas personales o en el trabajo, que agravan su condición. 

Este tipo depresión, está frecuentemente relacionada con trastornos hormonales y nutricionales. Muchos pacientes sienten su depresión sobre todo por la mañana y esto puede estar asociado a un mal funcionamiento de la glándula tiroides.

Nutrición y Depresión
Las frutas y vegetales frescos y proteína, son importantes en el tratamiento de la depresión. Las frutas con sus nutrientes, ayudan a mejorar la función de la glándula tiroides. Las proteínas como pescado, huevos y pollo en pequeñas cantidades, mejoran el balance hormonal y la respuesta al estrés (hormonas sexuales y glándulas adrenales)

Suplementos con vitamina B6, riboflavina, tiamina, ácido fólico, vitamina C, calcio y magnesio, pueden ayudar, porque la depresión se asocia a niveles disminuidos de estos nutrientes

El SAM-E (S-Adenosil-L-Metionina) es u suplemento natural que ha sido evaluado para el tratamiento de la depresión en numerosos estudios clínicos en Europa. SAM-E juega un papel importante en un proceso molecular llamado metilación (que envuelve la donación endógena de grupos metilo), transferencia que cambia la configuación de las moléculas involucradas en la reacción bioquímica y afecta muchos procesos físicos como la regulación de algunas hormonas y los nerurotransmisores del cerebro y el mantenimiento de las membranas de células del cerebro (neuronas), hígado (hepatocitos), y otros órganos.

La Ansiedad
Casi todas las personas experimentan ansiedad en sus vidas, por lo general en forma temporal y ligada a eventos como conflictos familiares o del trabajo, problemas financieros y muchos otros. Cuando el evento se resuelve, los problemas de ansiedad se van con ello. 

La ansiedad o ataques de ansiedad pueden presentarse con síntomas leves o severos (que inmovilizan al paciente como las fobias a animales, a las alturas o ataques de pánico), o aparecer sin una causa aparente con síntomas como: inquietud, problemas para concentrarse, insomnio, rechinar los dientes al dormir, irritabilidad y aumento o disminución del apetito.

Los pacientes con ansiedad también pueden presentar síntomas físicos como fatiga crónica, palpitaciones, falta de aire, dolor en el pecho, boca seca, sudor excesivo, mareos, falta de apetito sexual, tensión en los músculos del cuello y espalda, trastornos del sistema digestivo (náusea, diarrea), solo para nombrar unos pocos. 

La experiencia de los médicos expertos en este padecimiento anota que la mayoría de estos pacientes asistirán al médico por primera vez, aquejando síntomas físicos (no síntomas psicológicos) ya que no reconocen la ansiedad como problema y el diagnóstico es más difícil para el médico general. Es común en pacientes con mal funcionamiento de la tiroides, el presentar episodios de ansiedad. 

El 90% de los hombres diagnosticados con niveles disminuidos de testosterona, experimentan nerviosismo, 80% irritabilidad y el 25% temor y ansiedad. Tratamientos con testosterona y/o DHEA (
es una precursora de las hormonas como son la testosterona, los estrogenos, y la progesterona) pueden ayudar en el tratamiento de estos síntomas.

Nutrición y Ansiedad
La falta de ciertos nutrientes en la alimentación, están relacionados a la aparición de episodios de ansiedad. Entre ellos están: vitamina B12, calcio y magnesio. Todos ellos tienen un efecto "calmante".
La ansiedad también se puede presentar en dietas abundantes en alimentos procesados, particularmente carbohidratos y azúcares simples (dulces, pan blanco, arroz blanco, repostería, entre otros), porque éstos elevan la glicemia (azúcar en sangre), al ser digeridos rápidamente. Usualmente seguido de una disminución súbita de los niveles de azúcar en sangre (hipoglicemia). 

La hierba Kava-Kava (Piper methysticum) es el remedio natural más utilizado para tratar la ansiedad. En los últimos meses, la FDA (Agencia de Drogas y Alimentos) de los Estados Unidos, emitió un enunciado anotando que la hierba puede ligarse a trastornos del hígado. 

Este estuduio anota que la FDA  (Agencia de Drogas y Alimentos), basó este enunciado, fue solo en 26 pacientes, la mayoría de ellos con historia de estar tomando medicamentos que pueden dañar el hígado, o con historia de daño hepático previo.

A pesar de que el cerebro sólo representa el 2-3% del peso corporal total, es responsable del consumo del 20% de la energía que extraemos de los alimentos. 
 
Su funcionamiento requiere tan sólo de oxígeno y de glucosa, sin embargo, son necesarios otros nutrientes para el desarrollo de funciones de la mente como la memoria, la concentración, el pensamiento? que tienen su sede en el cerebro. Una alimentación desequilibrada puede producir carencias específicas de vitaminas o minerales que se manifiestan mediante síntomas o sensaciones como apatía, desgana, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, falta de atención, fallos de memoria, de concentración e incluso depresión.

Nutrientes del sistema nervioso
Ciertos componentes de los alimentos desempeñan una labor específica en el funcionamiento del cerebro y de las neuronas (células especializadas del sistema nervioso que producen y trasmiten el impulso nervioso) y el cerebro los requiere en buena cantidad, dado que alberga más del 90% de las neuronas del cuerpo.

Los hidratos de carbono, fuente de glucosa
La glucosa, molécula en la que se descomponen los hidratos de carbono, es el nutriente energético que preferentemente el cerebro utiliza, de ahí que resulte esencial mantener estable su nivel en sangre (conocido como glucemia). Esto se consigue consumiendo con la frecuencia adecuada alimentos ricos en hidratos de carbono complejos -como pan, arroz y otros cereales, pasta, patatas y legumbres- y simples -como frutas, azúcar, miel y alimentos dulces en general-. Se aconseja que los hidratos de carbono complejos prevalezcan sobre los simples porque permiten que la glucosa se libere paulatinamente y se mantenga estable la glucemia. Además, la distribución de la alimentación en varias tomas, es decir, comer 4 ó 5 veces al día, a horas regulares, y no dejar pasar más de 3-4 horas entre comidas, ayudan a mantener estable la glucemia.
También conviene romper el ayuno nocturno, bien con un buen desayuno bien con un almuerzo equilibrado, y en estas ingestas no pueden faltar los hidratos de carbono. Una hipoglucemia mantenida durante horas puede ser la causa del nerviosismo, la irritabilidad, el cansancio, la falta de concentración o los mareos, entre otros síntomas, que experimentan muchas personas durante la mañana si no se han alimentado bien.

El triptófano
La serotonina, también llamada hormona del humor, es un neurotransmisor (mensajero químico) relacionado con el sueño saludable, el estado de ánimo y el buen humor, y su concentración en el cerebro es directamente proporcional a la concentración de triptófano en el plasma y el cerebro. Los neurotransmisores son compuestos químicos que producen excitación entre las neuronas, lo que hace que éstas se comuniquen entre sí y trasmitan los mensajes. Diversas investigaciones han confirmado que la serotonina es muy abundante en los lugares del cerebro que dirigen el estado de ánimo y el afecto, y por tanto, los cambios en los niveles de serotonina afectan al ánimo. Esta sustancia también actúa como el reloj interno de nuestro cuerpo, y determina nuestros ciclos de sueño y de vigilia.
El triptófano es un aminoácido esencial, es decir, un componente de las proteínas que ha de ser aportado necesariamente a través de la alimentación. A través de complejos ciclos metabólicos se transforma en serotonina; y en esta conversión participa también la vitamina B6.
Alimentos ricos en triptófano: huevos, lácteos, pescados, carnes, legumbres (soja), frutos secos, frutas (plátano, piña, aguacate).

Vitaminas del grupo B
Las vitaminas del grupo B son las que más influyen en el buen funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso en su conjunto.
B1 o tiamina. La tiamina juega un papel fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono, por lo que su carencia afecta sobre todo a los tejidos que dependen mucho de este suministro energético, como el cerebro. Un consumo excesivo de alimentos dulces (azúcar, chocolate, bollería, repostería, pastelería, chucherías?) puede reducir las reservas de vitaminas B1, y esta es una de las razones por la que conviene moderar el consumo de estos alimentos superfluos. La escasez de esta vitamina produce irritabilidad nerviosa, falta de concentración y de memoria, y puede ser causa de depresión. Abunda en: soja fresca, germen de trigo, carnes, pescados, frutos secos (nuez del Brasil, anacardo, pipas?), legumbres o cereales integrales, especialmente en la avena.
B6 o piridoxina. Interviene en diversos aspectos del metabolismo y la biosíntesis de diversos neurotransmisores -entre ellos la serotonina a partir de triptófano-, y en la formación de las vainas de mielina de las neuronas, aislamiento necesario para que las neuronas y las fibras nerviosas puedan transmitir correctamente las señales y, por tanto, las órdenes de nuestro cerebro a los músculos del cuerpo. Su aporte deficiente puede causar irritabilidad, nerviosismo, fatiga e incluso depresión.
Encontramos esta vitamina en: germen de trigo, sesos y vísceras, pescado azul, quesos curados, frutos secos, cereales integrales, legumbres, levadura de cerveza.
B12: Interviene en el buen funcionamiento del sistema nervioso, por lo que su deficiencia produce trastornos neurológicos, como neuropatía sensitiva con irritabilidad y depresión. Los alimentos de origen animal son las fuentes dietéticas de esta vitamina, y destacan: hígado y vísceras, pescado azul (sardinas), solomillo, paté de hígado, huevos y queso.

Ácidos grasos esenciales
Los ácidos grasos esenciales, linoleico y linolénico, son necesarios para el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso y del cerebro por su abundancia en la membrana de las neuronas.
Un aporte adecuado de ácidos grasos esenciales se consigue consumiendo aceite de semillas, frutos secos, germen de cereales, aguacate, margarina 100% vegetal, cereales integrales, soja y aceite de hígado de bacalao, o complementos dietéticos como el aceite de onagra y el germen de trigo.

Fosfolípidos
Los fosfolípidos son una mezcla compleja de grasas, ácidos grasos esenciales, ácido fosfórico y dos vitaminas del grupo B como la colina y el inositol.
Estas sustancias forman parte de la membrana de todas las células, incluidas las neuronas, por lo que es preciso una concentración adecuada de estos compuestos en el organismo para el buen funcionamiento celular.
Abundan en: hígado, sesos, corazón y yema de huevo.

Hierro
Las células cerebrales utilizan hierro para su funcionamiento normal a cualquier edad y este mineral interviene en la función y síntesis de neurotransmisores. Por ello, la deficiencia en hierro se relaciona con menor capacidad de concentración, de atención y de memoria y menor rendimiento escolar o laboral.
Los alimentos más ricos en hierro son: almejas, berberechos y similares, levadura, morcilla, vísceras (hígado, riñón), germen de trigo, foie gras, carnes (sobre todo de caballo), pescados, legumbres, frutos secos o cereales integrales. Los alimentos vegetales contienen hierro de menor absorción por el organismo. No obstante, combinándolos con alimentos ricos en vitamina C o en proteínas, aumenta la absorción orgánica de este mineral.

Excitantes y relajantes
Además de los alimentos que nutren y favorecen el funcionamiento normal del sistema nervioso, también hay otros que contienen sustancias excitantes que pueden acelerar su actividad provocando nerviosismo o agravando la excitación.
El estimulante por excelencia es la cafeína, un alcaloide abundante en el café, el té (teína), las bebidas de cola, el cacao y el chocolate (teobromina). El ginseng también es un potente excitante y se añade a ciertas bebidas estimulantes o se consume como complemento. Asimismo, el alcohol que contienen en mayor o menor cantidad las bebidas alcohólicas altera al sistema nervioso porque es un potente tóxico para las neuronas.
Las sustancias estimulantes excitan pero no nutren y, aunque momentáneamente pueden proporcionar cierta ayuda, su uso continuado y exagerado acaba produciendo desgaste nervioso, agotamiento y falta de adaptación al estrés.

Para combatir el exceso de nerviosismo, se debe asegurar que el tejido nervioso esté bien nutrido, incluyendo alimentos ricos en los nutrientes descritos (hidratos de carbono, triptófano, vitaminas del grupo BB, hierro y fosfolípidos). En estos casos, además de revisar que la dieta sea equilibrada, se aconseja incluir alimentos integrales, cereales como la avena, frutos secos, legumbres, aceite de semillas y complementos dietéticos como la levadura de cerveza, el germen de trigo o la lecitina de soja. También se puede hacer uso (siempre consultando a una persona experta) de plantas que contienen sustancias que ralentizan la función nerviosa y proporcionan al organismo la sensación de relajación esperada. Algunas plantas relajantes: avena, azahar, espino albar, melisa, pasiflora, valeriana, tila.

No hay comentarios:

Publicar un comentario