miércoles, 22 de diciembre de 2010

Comer Con Moderación En Navidad

1.- Comidas y fiestas a todas horas
Las reuniones familiares y las celebraciones festivas en torno a la mesa son parte esencial de nuestras costumbres sociales, sobre todo durante estas fechas navideñas.

El problema llega cuando estos festejos se convierten en la "excusa" para realizar excesos, tanto en la comida como en la bebida. Además de las consecuencias a medio y largo plazo (ganancia de peso, desequilibrios metabólicos, como elevación de grasas y azúcares, etc.), existe la posibilidad de sufrir consecuencias, a veces graves, derivadas de estos excesos.

El consumo de alimento en grandes cantidades, y más si estos son pesados y ricos en grasas, azúcares y ácido úrico (como cordero, pavo, cochinillo, patés, dulces, turrones, marisco...) provoca un sobreesfuerzo del aparato digestivo que se puede representar en numerosas secuelas, lo que supone gran incomodidad. Es el caso de ardor, acidez, pesadez, flatulencia, hinchazón abdominal y digestiones lentas.

Si no hay contraindicación médica, se puede comer de todo, pero con moderación y sentido común, para no tener que arrepentirse más tarde, pasar un mal rato y no poder disfrutar de otras diversiones.

2.- Exceso de alcohol
Además del abuso en la comida, también el exceso de alcohol puede traer consecuencias negativas, en ocasiones mucho más graves. Entre ellas se encuentran la esofagitis aguda por reflujo, la gastritis aguda, la gastritis hemorrágica (también llamada lesiones agudas de la mucosa gástrica), la pancreatitis aguda y la hepatitis alcohólica.

2.1. Esofagitis aguda por reflujo
Es la inflamación del esófago producida por el reflujo de ácido y sustancias agresivas como el alcohol. El alcohol disminuye la presión de la parte inferior del esófago (esfínter esofágico inferior) con lo que facilita la aparición del reflujo. La ingesta copiosa y de alimentos grasos contribuye también el reflujo y la presencia de esofagitis.

Normalmente se manifiesta en forma de ardor intenso que asciende desde el estómago hacia el cuello, dolor torácico de tipo opresivo, regurgitación de alimentos, náuseas y vómitos. Cede con el reposo, una dieta suave, antiácidos y protectores gástricos que inhiban la secreción de ácido.

2.2. Gastritis Aguda
Es la inflamación de la mucosa del estómago secundaria a la ingesta importante de alcohol, habitualmente de alta graduación (anís, pacharán, ginebra, vodka...).

Sus síntomas son dolor en la boca del estómago, náuseas, mareos y vómitos que cesan al expulsar todo el contenido del estómago. Al igual que la esofagitis cede con el reposo y una dieta suave.

2.3. Gastritis hemorrágica
Se caracteriza por la aparición de erosiones y úlceras superficiales múltiples en todo el estómago, y a veces también en el duodeno, tras la ingesta copiosa de alcohol de alta graduación. Se manifiesta de forma similar a la gastritis aguda, aunque también puede producirse sangrado leve de las lesiones y vómitos con restos de sangre de color negro (denominados vómitos en posos de café).

Cuando los vómitos son muy fuertes o de larga duración, se puede producir un desgarro del cardias, zona donde se unen el esófago y el estómago, y que cursa con la aparición de sangre roja fresca en los vómitos. Esta complicación se denomina síndrome de Mallory-Weiss y habitualmente cede de forma espontánea con reposo.

En ambos casos, si los restos de sangre fresca o negra en los vómitos son cuantiosos o los vómitos no ceden, hay que acudir al médico para que valore la necesidad de realizar una gastroscopia. Esta prueba determina la importancia de las lesiones y la necesidad de realizar alguna técnica para frenar el sangrado. Según los hallazgos y el estado general del paciente, el médico indicará el tratamiento más adecuado para cada caso.

2.4. Pancreatitis aguda
Es la inflamación aguda de la glándula pancreática. La principal causa de pancreatitis aguda en los varones es el consumo masivo de alcohol. Afortunadamente, la mayor parte de las pancreatitis agudas alcohólicas son leves y tras ellas, si se suprime la ingesta de alcohol, el páncreas recupera su normalidad sin quedar secuelas. El consumo continuado de alcohol puede producir una pancreatitis crónica.

El síntoma principal de la pancreatitis aguda es el dolor abdominal intenso, que suele iniciarse en el epigastrio (boca del estómago) e irradiar hacia ambos lados (hipocondrios), y en la mitad de los pacientes, también hacia la espalda. Con frecuencia, el dolor se extiende más tarde a todo el abdomen.

El dolor se suele acompañar de náuseas, vómitos, fiebre y distensión abdominal con falta de emisión de heces y gases. Si aparecen estos síntomas, es necesario acudir con urgencia a un centro sanitario para someterse a las exploraciones pertinentes: analítica, radiografías de tórax y abdomen, ecografía abdominal y, a veces, TAC abdominal. Con estas pruebas, se valora la severidad de la pancreatitis aguda (si existe) y se instaura el tratamiento más adecuado.

El diagnóstico y tratamiento precoz es esencial para una buena evolución y recuperación. Por este motivo, es cuanto se detectan los síntomas es importante acudir al médico. Una pancreatitis leve o moderada no diagnosticada, y por lo tanto no tratada, puede evolucionar hasta una pancreatitis grave. Se trata de una patología muy seria, que puede producir graves complicaciones (shock, insuficiencia respiratoria y renal e infecciones), incluso la muerte de la persona afectada.

2.5. Hepatitis alcohólica
Es la inflamación del hígado producida por la ingesta excesiva de alcohol. Los pacientes presentan náuseas, vómitos, pérdida de apetito (anorexia), debilidad muscular, pérdida de peso y, a menudo, diarrea acuosa.

Se asocia con dolor abdominal, aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia), ictericia y fiebre. El dolor se localiza en el epigastrio o en el hipocondrio derecho y suele ser de intensidad moderada, pero en ocasiones es intenso y recuerda al cólico biliar. Este síntoma se relaciona con el hallazgo de hepatomegalia sensible al tacto. La fiebre oscila entre los 38,5 y los 40° C.

Ante estos síntomas, como en todas las complicaciones antes descritas, hay que acudir al médico con rapidez para que lleve a cabo una valoración de su estado general y solicite las exploraciones necesarias para determinar la gravedad del cuadro.

3.- Casos especiales
Una persona sana puede comer de todo tipo de alimentos y beber alcohol con moderación: una copa de champán y un poco de turrón no hacen daño a nadie. Pero hay muchas personas que padecen enfermedades diversas en las cuales la dieta debe ser seguida de forma estricta y, en otras, el alcohol está rigurosamente prohibido.

Los enfermos con diabetes, hipertensión arterial, obesidad, hiperuricemias, insuficiencias cardiaca, pulmonar y renal, transplantados, cirróticos, aquellos en tratamiento con diversos fármacos... deben consultar con su médico los posibles cambios que pueden hacer en la dieta en estas fechas y seguirlos al pie de la letra.

Sería una pena que por realizar excesos, aunque sean leves, puedan sufrir descompensaciones y complicaciones, a veces graves, de sus enfermedades. No merece la pena poner en riesgo la salud por una comida, por muy apetitosa que sea.

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