martes, 14 de julio de 2015

Se viene la obesidad

Se viene la obesidadEn Estados Unidos, la obesidad y el sedentarismo provocan cada año 400.000 muertes evitables, según las estimaciones más conservadoras. Ya están en esto justo detrás del tabaco, pero pronto le sobrepasarán. El problema para nosotros es que esta tendencia está llegando a Europa, y la cifra de obesos en países como Francia, Alemania, Gran Bretaña y la misma España crece sin parar, en una tendencia que parece inevitable.

Sin embargo, nuestra situación todavía es favorable debido a nuestro estilo de vida, y comemos mucho mejor que el norteamericano medio. Pero es un tesoro que debemos conservar y potenciar.

Los principales consejos de los especialistas para hacer frente a esta epidemia de obesidad que viene, son los siguientes

• Comer menos carne roja y más pescado.
• Aumentar el consumo de verduras, legumbres y cereales integrales.
• Sustituir los dulces, bollería y refrescos por fruta y zumos.
• No abusar de comida rápida y precocinados.
•Reducir las comidas fuera de casa.
•Evitar el sedentarismo con algo de deporte o actividad física.

Por lo que respecta a los niños, son los más indefensos ante los cambios que se están produciendo, y debemos por tanto dedicarles la mayor atención. Es muy importante que desayunen en casa, y que lo hagan de forma copiosa y correcta. Si se lo saltan o se limitan a un vaso de leche, el hambre de media mañana hará que tomen en el recreo productos poco nutritivos y engordantes, con perjuicio para el sobrepeso y el crecimiento. En Francia, por ejemplo, se están planteando sustituir en los colegios las máquinas de dulces por expendedoras de manzanas. Otro punto muy importante para ellos es luchar contra el sedentarismo (se suelen pasar, de media, más de tres horas al día delante de la televisión, el videojuego o el ordenador), y fomentar en ellos el deporte y las actividades físicas. Hay que ir probando hasta encontrar lo que más les gusta.

Levantarse por la noche para comer es un trastorno, no una simple mala costumbre

Para muchos no es más que un mal hábito, pero cada vez se identifica más como un trastorno de la conducta alimentaria, al igual que la anorexia o la bulimia. Un trastorno, además, que lleva con frecuencia a la obesidad.

El llamado "síndrome de comer por la noche" consiste en levantarse por la noche una o más veces de la cama para comer. Aunque está estudiándose, actualmente se lo considera una patología siquiátrica que provoca alteraciones en los impulsos, deseos y actitudes frente a la comida. Es decir, que no es simplemente una manía o una costumbre, sino algo más profundo, con implicaciones en la obesidad.

Un reciente estudio, publicado en "International Journal of Eating Disorders", realizado entre otros por el doctor Albert Stunkard, de la Universidad de Pennsylvania, desmiente muchas creencias populares erróneas sobre este desorden. Estudiaron a 80 personas que sufrían este síndrome, de las cuales sólo la mitad eran obesas.

La primera sorpresa fue precisamente esta, es decir, que no afecta únicamente a personas con sobrepeso. Y comparando ambos grupos, individuos gruesos y de talla normal, se vio que no había grandes diferencias entre ellos. Así, los dos grupos compartían muchos hábitos alimenticios y de sueño, como ciertos problemas para dormir y una tendencia compulsiva a alimentarse por la noche.

La principal diferencia entre ambos grupos fue la edad, pues los de talla normal eran nueve años más jóvenes que los obesos. De esto puede deducirse que el comer de noche puede llevar, y de hecho lo hará en muchos casos, a la obesidad. Es decir, que "puede ser cuestión de tiempo", una vez que se padece el síndrome. Así, el desorden afecta a un 1,5 % de la población general, pero a un 15 % de las personas con sobrepeso. Esta conclusión, además, concuerda con la opinión de muchos de los obesos, que pensaban que su costumbre de comer por la noche había precedido a su obesidad. Y, de hecho, consumían una media de 300
kilocalorías en sus incursiones nocturnas.

Creencias erróneas sobre adelgazamiento

¿El agua o la sal engordan? ¿Para adelgazar hay que olvidarse del pan? ¿No hay que picar entre horas?... El adelgazamiento es un tema muy popular y está lleno de mitos. Veamos algunos de los más importantes (y a veces, incluso peligrosos), que ha desmontado la ciencia.

Para adelgazar hay que hacer una sola comida al día. Falso. Hay que hacer desayuno, comida y cena, intercalando tentempiés.

La fruta no engorda. En general, engorda menos que otros alimentos, pero hay algunas frutas que sí engordan bastante, como los higos o los plátanos.

Hay alimentos que adelgazan, porque "se comen la grasa" o porque se gasta más energía en digerirlos que la que dan. No es cierto. Todos los alimentos engordan, aunque, como se sabe, unos más que otros.

Las vitaminas engordan. No sólo no engordan (por sí mismas), sino que son fundamentales para nuestra salud. Otra cosa es que un alimento con vitaminas engorde, pero no engordará por ellas, sino por su contenido en grasas, hidratos o proteínas.

Para adelgazar, conviene no tomar pan. No es cierto, pues el pan aporta nutrientes importantes, como hidratos, fibra, proteínas y ciertos minerales. Lo que sí puede ser conveniente es reducir la cantidad ingerida, pues también aporta calorías, como es sabido.

Las bebidas con gas engordan. Si engordan, será por el azúcar que contienen, pero no por el gas, aunque éste sí que puede producir otros efectos indeseables, sobre todo en los niños, como hinchazón del estómago o flatulencia.

No se debe comer entre horas, pues una determinada ingesta a media mañana engorda más que durante la comida. Engorda lo mismo. Lo que sí puede ocurrir es que se escojan para "picar" productos más engordantes y menos sanos que los que se toman en la comida.

El agua engorda. Ya lo hemos tratado en otros artículos. No sólo no aporta ni una caloría, sino que es conveniente y beneficioso tomarla en abundancia, al menos dos o tres litros al día.
Además, llena el estómago y da sensación de saciedad. Por otra parte, es indiferente el momento en que se tome, y si es durante la comida o entre horas.

Si se abandona temporalmente un régimen, hay que comenzarlo de nuevo desde cero. No es cierto, pues basta con continuarlo, aunque no hay que despreciar los perjuicios producidos durante el abandono.

Sudar adelgaza. La costumbre de hacer ejercicio con ropa que transpire poco o muy abrigados, para sudar más, es equivocada e incómoda. Se pierde más peso, es cierto, pero sólo de agua, que se recupera en cuanto se bebe lo necesario. Únicamente el ejercicio realizado nos hace quemar calorías, con independencia de que se sude mucho o poco.

A partir de los 40 ó 50 es inevitable engordar. No es verdad; lo que ocurre es que baja el metabolismo. Si seguimos comiendo lo mismo y además reducimos la actividad física, engordaremos inevitablemente. Por eso hay que comer en cada edad lo necesario, pero no más.

La sal engorda. Tomarla en exceso produce elevación de la tensión arterial, y por eso conviene reducir su ingesta. Respecto al peso, hace que retengamos más agua, pero ésta no engorda. Los hidratos engordan mucho. Por unidad de peso engordan algo menos que las proteínas, y mucho menos que las grasas.

Para adelgazar hay que pasar hambre. No es ni necesario ni conveniente, pues el hambre puede producir un efecto de rebote, y podemos tender a "darnos el atracón" tras pasar hambre. Otra cosa es la "gula", que sí habrá que controlar, sobre todo por ciertos alimentos que nos apetecen pero no nos convienen.

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