El principio de la idea de la combinación de alimentos se basa en que cada uno de ellos contiene hasta cinco nutrientes (proteínas, grasas, azúcares, almidones y ácidos), algunos de los cuales resultan pasivos en presencia de otros.
Aunque también se puede producir una reacción si coinciden dos nutrientes que no compatibilizan con facilidad, lo que provocaría la interrupción del proceso digestivo.
Los nutrientes, en realidad, actúan de forma muy similar a las personas que no soportan que haya otro líder en el mismo grupo de amigos. Sólo hay que trasladar la idea a los alimentos y a la digestión: cada alimento tiene un nutriente dominante que puede chocar con el de otro alimento si ambos coinciden en una digestión. De esta forma, al comer de forma aleatoria dos nutrientes dominantes pueden coincidir y producirse un conflicto entre ellos.
Consejo práctico
Según esta teoría, la coincidencia de determinados nutrientes no sólo empeora nuestras digestiones sino que, puesto que los nutrientes de los alimentos no digeridos no se consumen, también se minimiza el valor nutritivo que extraemos de cada alimento; lo que significa un gasto innecesario de comida y de energía. Y más y peores consecuencias: atasca los intestinos y provoca acidez. Sin embargo, si realizaramos las combinaciones alimenticias correctas, se conseguiría una digestión casi perfecta y nos beneficiaríamos al máximo de las virtudes nutritivas de cada comida.
Para seguir esta idea hay que tratar que sólo un nutriente domine en cada menú. Eso no quiere decir que tengamos que seguir una dieta monofágica (de un solo alimento); se consigue igualmente ingiriendo diversos alimentos combinables, es decir, con una correcta proporción de nutrientes, sin quitarle el liderazgo a uno de ellos. La mayor complicación de este método es saber cuál es el dominante de cada alimento.
Ejemplo animal
El mejor ejemplo de la restricción de alimentos lo tenemos en los animales. Los carnívoros, sin ir más lejos, no consumen carbohidratos al tiempo que otras proteínas o ácidos. Los pájaros, por su parte, cuando incluyen insectos en el menú, dejan las semillas para otro momento. De modo que la teoría de la combinación de alimentos es tan antigua como la existencia de vida.
El problema de las dietas disociadas es que pueden conducir a deficiencias temporales debido a la selección de alimentos que se realiza. Dentro de ellas, las más populares y de las que seguramente habrá oído hablar son la dieta disociada de Hay, el régimen de Antoine, o la dieta de Montignac.
En general, estas dietas consisten en separar los alimentos dependiendo de las clasificaciones de los mismos. Proponen por ejemplo, no juntar los hidratos de carbono con las proteínas o por el contrario con los lípidos.
Al poder tomar alimentos de los tres grupos, aunque no sea conjuntamente, no ocasionan grandes perjuicios para la salud, pero sí pueden ocasionar muchos desarreglos y trastornos metabólicos y deficiencias de vitaminas o algunos minerales.
La dieta de Hay propone que los hidratos de carbono y las proteínas no pueden ingerirse juntos porque según su propio autor, asimilar estos nutrientes a la vez es lo que provoca el aumento de peso. La dieta Hay parece parece, por tanto, un buen ejemplo de un sistema dietético aparenremente inofensivo y basado en conceptos mal definidos.
Nuestro aparato digestivo puede digerir sin ninguna dificultad todos los alimentos que contienen proteínas e hidratos de carbono por los principios de esta dieta no tienen sentido. Los especialistas afirman que las enzimas encargadas de las distintas actividades digestivas son específicas, y nada indica que las que actúan sobre las proteínas sean menos activas en presencia de hidratos de carbono y viceversa.
En esta dieta cada día está dedicado a un grupo de alimentos del que se puede comer lo que se desee, la única condición que ponen es que no los mezcles con otros de otros grupos. Por ejemplo; los lunes sólo carne, (en la proporción que se desee); los martes, pescado; los miércoles, verduras etc. Este régimen debe realizarse durante una semana y se debe repetir una vez al mes.
Los que apuestan por esta dieta aseguran que en una semana pierdes 3-4 kilos, lo cual es una barbaridad si se tiene en cuenta que la cantidad semanal recomendada es sólo de uno.
Cuidado porque.... Es una dieta disparatada y carente de todas base científica que, finalmente, resulta bastante hipocalórica.
Puede llegar a deteriorar el funcionamiento normal del intestino ya que el régimen incluye días en los que prácticamente no hay aporte de fibra o hidratos de carbono (como el día a base de carnes), y otros con una sobrecarga de los mismos.
Dieta de Montignac
Los principios de la dieta de Montignac se centran en no mezclar los lípidos con los hidratos de carbono, por lo que alimentos que contiengan alguno de estos dos nutrientes en su composición quedan totalmente prohíbidos. Esta especifidad hace que se elimine el azucar de la dieta diaria y que el cuerpo obtenga este aporte a través únicamente de alimentos ricos en fibra.
En el caso de la fruta, recomiendan consumirla sola, pues si se mezcla con lípidos o proteínas queda retenida en el estómago y no es digerida. Para éstos, el metabolismo de las proteínas puede ser alterado muy fácilmente por lo que, costumbres como el postre (fruta, por ejemplo) al final de las comidas quedan absolutamente prohíbidas.
Este régimen se basa en la premisa de que la causa del exceso de peso en la mayoría de los casos, se debe a un mal funcionamiento del páncreas. Si está en mal estado transforma la glucosa en reservas, motivo por el cual se engorda y se prohibe la ingesta de azúcar. Este es un principio erróneo porque el pancreas está desarrollado de tal forma que se puede regular y no tiene por qué desembocar un mal funcionamiento de éste en un exceso de peso.
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