La halitosis puede indicar enfermedades, la boca es un caldo de cultivo de bacterias. Por ello cuidar su aseo mediante hábitos higiénicos y dietéticos es fundamental.
La halitosis es el mal aliento de la boca, su olor desagradable. Es un problema que se intensifica con el estrés, los trastornos de los senos paranasales, las llagas bucales, caries, infecciones de encías y por el tabaco. Incluso puede ser resultado del exceso de sequedad en la boca. Se ha dicho también que el mal aliento puede producirse por los gases absorbidos del intestino y liberados a través de los pulmones.
Pero, generalmente, el origen del mal aliento suele estar en una superabundancia de bacterias productoras de compuestos sulfatados volátiles, de muy mal olor. En muchos casos, las culpables son los millones de bacterias que viven en la boca. Éstas inducen la formación de placas dentales, una película de material pegajoso con bacterias que se forma en el diente.
La falta de higiene dental, los empastes y coronas malos y las dentaduras postizas, pueden influir y aumentar el riesgo de la creación de placa bacterial. Estas bacterias crecen en los carbohidratos y proteínas en la boca que proceden de la dieta. Producen ácidos y una sustancia conocida como compuestos de sulfatados volátiles (VSC).
A veces, el tipo de olor es síntoma de problemas muy concretos.
Por ejemplo, el “olor a podrido” puede indicar un deterioro dental, enfermedad de las encías o sinusitis.
Un “olor afrutado” podría ser síntoma de diabetes mellitus.
El “olor a queso” en un niño suele avisar de la presencia de un cuerpo extraño en su nariz.
Un olor a orina puede ser síntoma de fallo renal.
Otras causas del mal aliento incluyen condiciones de origen médico o químico. Por ejemplo la disfunción del hígado, la enfermedad pulmonar y la enfermedad respiratoria (las infecciones del pulmón).
Hay también medicamentos que pueden causar malos olores, La sequedad en la boca puede estar provocada por más de trescientos fármacos, entre los que se cuentan antidepresivos y antihistamínicos.
El mal aliento matinal
La disminución del flujo de la saliva en la boca ha sido identificada como una de las causas del “mal aliento de la mañana”. La halitosis matinal se produce porque, durante el sueño, se deja de producir saliva. Ésta mantiene la boca limpia de residuos. Sin saliva la boca se reseca y las células muertas y bacterias se adhieren a la lengua y al interior de las mejillas. Así se producen los malos olores.
Los niños rara vez tienen el problema de mal aliento en la mañana, tan frecuente en los adultos. Pero con las infecciones de la garganta, especialmente en algunos tipos de amigdalitis, puede presentarse este desagradable probelma.
Por otra parte, la respiración por la boca, el roncar, la edad y las preocupaciones sociales, contribuyen a la disminución de la saliva en la cavidad oral. Algunas dietas bajan en carbohidratos causan una condición llamada “el olor de hambre”. Este es el resultado de la Ketosis, que es un uso incompleto de las grasas del cuerpo para la energía.
Un problema social
Muchos millones de personas atribuyen una gran importancia al aspecto social del mal aliento. Las personas que sufren de mal aliento pierden la confianza en sí mismos. Viven con un miedo constante de ofender o molestar a otras personas. Es una situación agotadora que disminuye la calidad de vida.
Muchas veces puede parecer un mal menor que no afecta para nada a quien lo padece, pero que molesta a terceros y resulta, en definitiva, muy perjudicial para las relaciones personales. El mal aliento suele ser insoportable para todos menos para quien lo padece. La explicación a este hecho radica en que las células nasales capaces de detectar el olor acaban por no responder al constante flujo de efluvios fétidos.
Como combatirla
En el tratamiento de la halitosis se pueden corregir o extirpar las causas orgánicas.
Hay una serie de remedios para evitar que el aliento sea un problema avergonzante. Entre estos se pueden destacar los siguientes:
Mantener una higiene bucodental adecuada. Hay que cepillarse los dientes tras cada comida sin excusa. Acudir al dentista para eliminar el sarro y para descartar cualquier indicio de enfermedad periodontal. Esta es la principal productora de los compuestos sulfatados volátiles. Pero no sólo hay que cepillarse los dientes sino también la lengua y las encías.
Utilización de la seda bucal para los espacios interdentales. Es esencial su empleo diario, así como la visita al dentista dos veces al año. También existen rascadores para eliminar las bacterias de la lengua.
No fumar. El tabaco provoca mal aliento y es el principal factor de riesgo patológico evitable.
También provoca halitosis el consumo del alcohol. Si se bebe hay que hacerlo con moderación y, si es posible, con alimentos de por medio. Asimismo hay que reducir el consumo de azúcares y dulces.
Consumir grasas con moderación. En personas con retraso en el vaciado del estómago pueden producirse ácidos grasos y volátiles, y favorecen el mal aliento. Hay alimentos potencialmente favorecedores de la halitosis, como el ajo o la cebolla.
No permanecer muchas horas sin ingerir alimentos. Es recomendable tomar una manzana entre comida y comida. Es importante aumentar el consumo de verduras crudas que ayudan a proteger las encías.
También hay que beber agua para mantener oxigenada la boca, como masticar un trozo de limón, con cáscara, durante un par de minutos tras las comidas. Pastillas y goma de mascar con menta (y siempre sin azúcar) también son una ayuda.
En los chicos
La halitosis es un problema relativamente frecuente en la población infantil. Generalmente se atribuye a una higiene deficiente de la cavidad bucal y de sus piezas dentarias. No hay que restarle importancia porque puede ser el aviso de algún trastorno orgánico. Estos pueden ser afecciones como la estomatitis, gingivitis, faringoamigdalitis, rinitis o sinusitis.
Si un niño pequeño presenta mal aliento, y es sano hasta el momento de percibir ese mal olor, habrá que pensar en la posibilidad de que tenga introducido algún cuerpo extraño en sus fosas nasales. Si es así no hay que extraerlo. En su intento se podría introducir aún más. Llevar al niño al médico es lo aconsejable.
Si no es este el caso, la raíz del problema esté en una inadecuada higiene bucal. Una visita al dentista puede verificarlo. Si el examen odontológico descarta alteraciones bucales o mala higiene, se deberá consultar con el pediatra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario